Ricardo Lafferriere | Domingo 03 de agosto de 2014
Es cierto lo que dice la señora. El default no existe.
Cualquiera lo puede comprobar en el diccionario de la Real
Academia (www.rae.es)
Aunque se usa en Inglés, es una palabra de origen francés.
Para saber su correcta traducción al español puede recurrirse a algunas de las
herramientas online, por ejemplo "SpanishDict" -en IOS-, que traduce
el término como Incumplimiento, inobservancia, contumacia. También mora,
moratoria, omisión de pago, atraso, atrasarse en el pago, incumplir la fecha,
juzgar en rebeldía, atraso, faltante.
Como puede observarse, no es necesario inventar nuevos
términos. Los hay de sobra y casi todos definen a la perfección la situación a
que nos ha llevado la dupla CK-Kicilloff. Así también lo han entendido no sólo
el mediador en el juicio, sino las calificadoras en cuyas fauces caemos nuevamente
por los caprichos de la dupla que terminará pagando la gente.
Fitch y Standard & Poor, pero no sólo ellas. Dagong, la
calificadora del gobierno chino (los nuevos amigos de CK) ha ubicado también su
calificación de la deuda argentina en divisas en la categoría D
("Default") manteniendo en un escalón más arriba, pero también en el
límite ("CCC") a la deuda en dinero nacional.
No hay acá conspiración alguna, sino la aplicación de las
cláusulas redactadas por el propio gobierno argentino cuando pactó los canjes
del 2005 y 2010: los pagos se consideran realizados recién cuando se encuentren
efectivamente en manos de los acreedores. Si ello no ocurre, cualquiera sea el
motivo, la deuda entra en default (incumplimiento) y dispara los procedimientos
previstos para estos casos en el sistema financiero global.
La reacción del joven ministro profundiza el problema, al
utilizar contra el juez norteamericano los mismos procedimientos que el
gobierno usa en el país contra los jueces y fiscales independientes -multiplicar
los agravios intentando sembrar sospechas sobre su honestidad-. Sin ser
especialista es posible prever un agravamiento de la situación judicial
argentina e incluso su proyección hacia consecuencias personales sobre la dupla
mencionada, ya que no suele ser impune en cualquier país serio insultar al juez
por haber perdido un juicio.
Los actos siguientes evidencian que lo ocurrido se encuadra
en un propósito previsto, a pesar de ser canallesco: alimentar la crisis
económica interna hasta un punto de no retorno, como se verá en los próximos
meses. Multiplicar por cinco el déficit fiscal, financiado con emisión
monetaria sin respaldo, sembrará de hogueras el país. El aislamiento
internacional agravado por el fin del "viento de cola" -la soja se
está ya vendiendo a 390 dólares para noviembre- impedirá hasta la ilusión de
"vivir de contado".
No podrá decirse que no se les advirtió, ya desde hace
varios años, cuando optaron por el engaño de fogonear el consumo liquidando
ahorros, activos en divisas y reservas energéticas para sostener esperpénticas
decisiones políticas caprichosas.
La conciencia de su fin ha llevado al núcleo duro del
gobierno a quemar las naves y lanzarse a un abismo al que pretende arrastrar no
sólo al kirchnerismo honesto -que aún queda- y al propio peronismo. La
verticalidad castrense del "movimiento" aplaudiendo cualquier cosa
hace el resto, aunque la caída hacia el abismo alcance a todo el país en un
gigantesco default que -exista o no- alcanzará a todos los campos de la vida
nacional.
Lo que haya de serio en el escenario debiera tomar nota
porque el gran peligro es que en esa caída hacia el abismo se lleve aún a
quienes no comparten pero nada dicen, reviviendo el "que se vayan
todos" de trágica memoria.
Ricardo Lafferriere
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