Manuel Suárez Suárez | Lunes 23 de junio de 2014
Cuando
los gallegos hablamos de la República Argentina tenemos antes que masticar un
chicle de menta para prevenir cualquier injusta descalificación con una tierra
que durante más de un siglo mantuvo bien calientes los fogones de cientos de
parroquias que recibían ayuda de la orilla sur rioplatense. Me hierve la sangre
cuando escucho críticas interesadas de políticos desnortados que olvidan el
hambre que nos quitó un país solidario que hoy preside la nieta de un emigrante de A Fonsagrada. Seguimos
endeudados. La temporada de vacas gordas fue demasiado corta y no llegó para
devolver lo mucho que recibimos.
La
educación que se le supone a los dirigentes políticos solamente se manifiesta
cuando se trata de mantener sus propios privilegios o los de los empresarios
que los llenan de sabrosas comisiones que no se declaran en el IRPF. Si hay
comisión todo va bien y los buitres financieros son alegres mirlos blancos
entonando hermosas melodías. Claro que la cosa cambia cuando un país defiende
sus recursos energéticos como hizo Argentina en Neuquén. Entonces, salen
ligeros los mercenarios de la prensa. Los titulares en la prensa suelen atacar
utilizando el recurrente adjetivo de "autoritario" para un gobierno democrático
en un intento de manipular a la opinión pública. El hecho de que Cristina
Fernández fuese elegida en un limpio proceso electoral por una amplia mayoría
de ciudadanos no significa nada.
La
política de un país no debería estar relacionada con el aumento en el bienestar
de los gobernantes o de los que más tienen. Digo yo que lo verdaderamente
importante es que se reduzcan las diferencias sociales para que una mayor
porcentaje de familias puedan vivir decentemente de su trabajo. El actual
gobierno argentino está mejorando cualquiera de los índices económicos y
sociales que se quieran considerar. Defiende los intereses nacionales y actúa
respetando las normativas internacionales y cumple con el pago de las deudas
heredadas de una administración que fundió a los productores industriales y
agropecuarios.
Hay en
este momento cientos de vagones de tren en circulación en líneas que fueron
destrozadas por un gobierno corrupto que recibía todas las alabanzas de los
jefes económicos del llamado mundo occidental. La nueva presidenta recupera el
transporte ferroviario y los "rostro de piedra" de la prensa insisten en la
mentira de que su gestión no es democrática. Se están construyendo viviendas con
la ayuda de créditos hipotecarios reglamentados de acuerdo a los ingresos
familiares. Los cerebros de la prensa babosa dicen que solo se hace para ganar
votos. En Madrid vendieron a precios de oferta cientos de viviendas levantadas
en suelo municipal a oscuros grupos de inversión de los conocidos "fondos
buitre" y los avivados comentaristas dicen que es cosa del libre mercado y de
la ley de oferta y demanda.
Quizás
yo haya quedado anclado en el Montevideo de aquellos hermosos años en los que
mi Peñarol le ganaba al mejor Real Madrid de la historia [el de don Alfredo] y
hoy lo correcto sea arrodillarse para obtener un laburito de los dueños de la
guita que mueve la escena internacional. Si la presidenta Fernández traiciona a
sus ciudadanos, enseguida recibirá premios y condecoraciones en Europa y
Estados Unidos. Por cierto, hago hincapié
en que la señora Fernández Wilhelm aún no fue distinguida por la Xunta
de Galicia con la "Medalla de Oro". Doña Cristina es hija de Eduardo Fernández
y nieta del emigrante Pascasio Fernández Gómez que nació en la parroquia de San
Pedro de Neiro. No olvidemos que un dictador caribeño ---también de sangre
lucense--- fue agasajado con todos los honores por el presidente de la Xunta.
Ahora
mismo, en Buenos Aires tenemos un grave problema ya que el histórico y noble
Centro Gallego está intervenido por mandato judicial. Qué hace nuestra
colectividad? En lugar de organizarse y unirse para el salvamento: niegan la
realidad. Nadie fue culpable de nada. Los responsables de las cindo
agrupaciones políticas "Pro Centro Gallego" no tienen la valentía de dar la
cara y reconocer que es el gobierno nacional el que paga los salarios de los
empleados. Los mismos directivos que fracasaron tienen la poca vergüenza de
criticar a quien mantiene abierto un hospital con 400 camas y un centro
cultural con teatro propio. Creo que los
abuelos que fueron directivos en tiempos pasados, andan furiosos gritando por
el cielo adelante al ver que sus herederos incumplen la norma moral de ser
agradecido con quien te ayuda.
Desde
muy joven viajé desde Montevideo hasta la casa porteña de mis tíos
Romero-Suárez en Villa Bosch. Mi tío era empleado municipal en el servicio de
recogida de basuras. Había nacido en la aldea de O Carballal, en tierras de
Cabana de Bergantiños. Era un hombre alegre que siempre tenía una historia para
contar sobre sus comienzos por la calles porteñas. Evocaba con todo detalle su
primera "chata" en la que volcaba los desperdicios. Unas palabras suyas que
recuerdo son muy apropiadas para hacer reflexionar a los emigrantes
desagradecidos: A mi, sobrino, en este país nunca me falto un peso en el
bolsillo. En esta bendita tierra el que trabaja y no estropea su sueldo puede
ahorrar para comprar una casita propia. ¡No hay mejor país en el mundo! Cuando
yo empecé en la municipalidad quedé sorprendido con la riqueza argentina. No
había día que no ecogiese dos o tres costillas de ternera que echaban en el
"tacho de la basura" sin casi comerle nadita. Te digo yo que no hay quien puede
fundir a este glorioso país.
Mi tío
de O Carballal era una persona educada
que sabía a quien agradecerle su bienestar. Qué está pasando ahora? Compruebo
muy sorprendido que son muchos los emigrantes que con sus bolsillos llenos de
dolares, manifiestan: "este es un país de mierda"; "acá son todos
chorros"; "me cagan a impuestos"; "la
culpa es de los negros que no laburan". Habría que hacer un análisis para
determinar que especie de virus es el que lleva a nuestros emigrantes a ser
mentirosos, insolidarios, egoístas y casi racistas. Quizás solamente haya que
calificarlos de garroneros. Heredaron el patrimonio de los abuelos pero no su
patriotismo de orgullosos residentes en una tierra que acoge con cariño a quien
siembra esperanza de futuro. A lo mejor es el virus el que los convenció de que
los únicos y grandes laburadores de
Argentina son ellos.
Un
ejemplo de contagio de este peligroso virus de origen desconocida se manifiesta
delante del tema de las pensiones contributivas y no contributivas que reciben
en Argentina nuestros emigrantes. La cantidad que sea va a la cuenta bancaria
del beneficiario y queda reflejada como un ingreso en pesos, la moneda
nacional. ¡Atención! Nuestros emigrantes
no paran de gritar contra el gobierno. Quieren cobrar en euros. En vez de callarse la boquita y agradecer que
se les aplica ninguna tasa impositiva por ser un ingreso del exterior; pues no,
aún tienen más que decir. Si hago referencia a las pensiones es para subrayar
que ---por desgracia--- son pocos los que sufren por el desastre en el Centro
Gallego. Si andamos enloquecidos cambiando euros en las "cuevas" de la céntrica
calle Florida no semeja que tengamos interés en luchar por la continuidad del
Centro Gallego ya que sería mejor venderlo para edificar allí el nuevo
SuperShopping "Cruz de Santiago".
MANUEL
SUÁREZ SUÁREZ
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