Pedro Brieger | Martes 15 de abril de 2014
La negociación entre el gobierno venezolano
presidido por Nicolás Maduro y la oposición ha recibido el calificativo de
"histórica".
Es verdad. No hay muchos antecedentes en Venezuela
en los últimos años de una negociación cara a cara entre el gobierno y la
oposición. Por supuesto que cuando se sientan a negociar uno puede pensar que
cada lado va con una reivindicación de máxima y de mínima. Así es un proceso de
negociación. Uno parte de lo que quiere, sabe que va a tener que renunciar a
algunos puntos pero tiene un objetivo político para ver adónde llega.
En este caso, hay una pulseada, de eso no cabe la
menor duda, como quedó reflejada en la primera ronda de negociaciones. Cada uno
puso sobre la mesa sus principales puntos. Uno podría decir, a lo que aspiran y
que saben que del otro lado no pueden conceder. La diferencia en este caso es
que fue televisada en vivo y en directo la negociación, las casi 6 horas que
duró el diálogo entre el gobierno y la oposición. Este es un hecho inédito, no
se da en muchas circunstancias y es un elemento democratizador.
Para los sectores opositores fue un éxito porque por
primera vez en mucho tiempo pudieron expresar sus voces por cadena nacional.
Para el gobierno también es un éxito porque pudo mostrar que está dispuesto al
diálogo, algo que viene sosteniendo ya hace varias semanas, tomando en cuenta
que hace dos meses comenzó esta protesta, que hay que recordarlo, tuvo como
objetivo derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.
La oposición no logró derrocar al gobierno y se vio
forzada a sentarse a una mesa a negociar. Pero el gobierno tampoco logró
desmantelar la protesta en la calle y también se puede decir que se vio forzado
a negociar. La gran pregunta es si van a poder encontrar un punto en común sin
que ninguno de los dos baje sus banderas ideológicas y esto es lo más difícil.
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