Jorge Rachid | Miércoles 30 de octubre de 2013
Si hubo una Ley de la democracia analizada, debatida,
discutida en múltiples Foros en todo el país, con miles de voces aportando,
sugiriendo, proponiendo y corrigiendo, esa fue la Ley de Medios de Comunicación
Audiovisual, que reemplazó ni mas ni menos, que la Ley de Radiodifusión de la
Dictadura Militar, a la cual ningún medio catalogaba de mordaza, ni que
atentaba contra la impoluta libertad de expresión.
Hoy La Corte Suprema le dió después de 4 años la
Constitucionalidad necesaria para que se acaben las discusiones menores,
aquellas que hacen de la política un cambalache, y las mayores, las que
defienden los intereses hegemónicos concentrados, dueños del poder mediático y
económico, capaces de destituir un gobierno , antes que perder un negocio. Los
primeros son los carancheros de la política opositora, algunos no todos y los
otros aquellos que fueron el poder oculto de las democracias limitadas por ese
mismo poder, que imponía el Dios Mercado Financiero, por sobre la felicidad y
soberanía del pueblo.
Como no se veía, nadie creía.
Así nadie asociaba las corridas cambiarias, las demandas
devaluadoras, las presiones de endeudamiento externo, el respaldo a los Fondos
Buitres, la difusión exagarada y promovida de sanciones externas de ignotos
organismos internacionales, columnistas extranjeros que denigraban a nuestro
país y a su gobierno nacional y popular, crítica despiadada al nuevo mapa
latinoamericano catalogado peyorativamente como "populista", entre
otras tantas agresiones, que escondían el fin último de frenar una Ley de la
Democracia, llamada por los medios Ley K hasta ayer.
Nadie puede pelear contra lo que no ve, ningún ser humano
puede valorar lo que se le oculta, el pueblo construye sus valores simbólicos
desde su conciencia de vida y de su relacionamiento social, en donde los medios
juegan su rol. De ahí la importancia de uno de los fallos supremos que
dijo" la monopolización mediática lleva al suicidio cultural del
pueblo", toda una definición de las leyes monopólicas que rigen en todo el
mundo y que están protegidas por acuerdos internacionales. Apropiarse de la
comunicación es manipular la información, es sesgar el análisis y presionar
políticas desde la extorsión mediática.
De ahí la importancia suprema del fallo para el futuro de
los argentinos.
Se ha terminado de consolidar la democracia plena,
sacudiendo el Consenso de Washington de la democracia limitada al mercado.
Desde ahora se podrán multiplicar las voces en pro y en
contra del gobierno, pero en un marco de libertad absoluta.
Se multiplicarán también los puestos de trabajo de las
industrias culturales en todo el país.
El país mediático será federal, con voces hasta ahora
ignoradas y enterradas del conocimiento público.
La política internacional, la verdadera política al decir de
Perón, será de acceso universal al pueblo argentino, constituyendo también un
medio de comparación, con políticas exigidas en nuestro medio y no practicadas
en el mundo.
En definitiva un paso importante, para una ley suprema, para
un país digno y un gobierno que se atrevió a hacer visible lo invisible, poner
en discusión lo que nunca se discutió, sacar a la luz al poder real económico
financiero que siempre actuó en las sombras, promovió los golpes de Estado,
direccionó las crisis, justificó las expropiaciones y saqueos al pueblo desde
los bancos, exigió ajustes de salarios y jubilaciones, mejorar los costos
empresarios a costa del pueblo trabajador. Esos no eran conocidos, ahora
deberán ser como cualquier argentino y ajustarse a derecho.
Jorge Rachid
Titular de Catedra en Universidad Nacional de Lomas de
Zamora
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