Manuel Suárez Suárez | Jueves 04 de abril de 2013
Dona
Diáspora está triste. A sus años las viejas y mal curadas heridas le producen
fuertes destrozos en un cuerpo afectado por más de un siglo de nostalgia
emigrante. No entiende nada de economía pero sus ojos y oídos aún no la
engañan. Sufre cuando lee o escucha que su paraíso gallego está perdiendo
población, en especial en las provincias de Lugo y Ourense. Puede ser una
maldición pero semeja que la "Santa Compaña" no influye mucho en las altas
tasas de desocupación de la juventud según se recoge en los censos del INE. Lo
cierto es que con uno de los paisajes más hermosos del mundo no alcanza para
mantenerse. Quizás el problema está en que las nuevas generaciones abandonaron
las viejas creencias para entregar sus vidas al servicio de una nueva
advocación religiosa llamada "Santa Unión Europea".
Dona
Diáspora quiere pedir perdón porque siente vergüenza ajena por la
insensibilidad de los parlamentarios que en el Congreso de los Diputados
aprobaron normas jurídicas inspiradas por "Santa Unión Europea". Unas normas
que iban contra los derechos de los ciudadanos extranjeros que buscaban mejorar
su vida trabajando en el amplio solar ibérico. Los señores legisladores cayeron
en el mismo error de los conversos que deseaban ser aceptados y por eso son
activos represores del viejo credo. Dicen que fue la venenosa burbuja
especulativa la que nubló las mentes de los diputados y los llevó a cerrar una
puerta que dejó fuera miles de ilusiones. En este cierre violento ofendieron a
ciudadanos americanos de países con los que todavía estamos en deuda. En
Galicia nunca pagamos las más de 300 escuelas que se levantaron con el dinero
que mandaron los emigrantes desde Cuba, Argentina y Uruguay.
En
estos 10 últimos años creció con fuerza la economía en varios países
americanos. En casi todos ellos dejamos nuestra huella solidaria que nos vuelve
a garantizar la posibilidad de tener una puerta abierta en un momento de honda
crisis laboral. Volvemos a ir camino el sur. Poco nos duró el bienestar. La
juventud más preparada de la historia está cayendo en el desaliento de no
encontrar un puesto de trabajo. Antes huyeron los abuelos y ahora son los
nietos los que comienzan a buscar ofertas de trabajo en Buenos Aires o
Montevideo. Allá en la orilla rioplatense viven aquellos primos de Avellaneda
que conocieron hace años en un campamento de la Xunta de Galicia. Habrá que
disculparse delante de argentinos y uruguayos para que no nos echen en cara el
injusto maltrato recibido en el aeropuerto de Madrid. Están documentados varios
casos de retención y devolución de ciudadanos americanos a su país de
procedencia como si fuesen mercadería en mal estado.
Dona
Diáspora sugiere que el presidente de la Xunta le escriba a Cristina Fernández
y a José Mujica para hacerles constar oficialmente que los sucesivos gobiernos
autonómicos actuaron siempre con mucha generosidad delante del hecho
migratorio. Los presupuestos generales de Galicia incluyen partidas específicas
para ayudar a los residentes gallegos en el
exterior, sea a título individual o colectivo. Las asociaciones y
entidades mutualistas reciben aportes económicos anuales que se vieron
reducidos por la crisis pero no desaparecieron. No dudamos que los nuevos emigrantes
serán atendidos en el Centro Gallego de Buenos Aires o en la Casa de Galicia de
Montevideo con la misma diligente profesionalidad con la que atienden a
cualquiera socio local. Ciertamente que alguno de los médicos o médicas que
atiendan a los nuevos pacientes será familiar o coincidirá en los orígenes
parroquiales con el recién llegado y hasta pueda que sea de A Fonsagrada que es
donde nació el abuelo de la presidenta Fernández.
Dona
Diáspora recomienda que los diputados que metieron la pata aprobando la última
reforma de la ley de Extranjería y el decreto regulador del 30-VI-2011 deberían
de peregrinar hasta la capital de Galicia para arrepentirse del pecado de
"Olvido del valioso esfuerzo emigrante en América". Quiere ayudarlos delante de
Santiago Apóstol y por eso redactó una plegaria que cada pecador adaptará a su
caso particular pero sin salirse del guión ya que entonces no alcanzará el
favor solicitado. Pensó en agregar algún que otro pecado clásico pero no quiere
cargar con toda la culpabilidad encima de los representantes de la voluntad
popular. Asegura que recibirán la indulgencia si leen con el corazón el
siguiente ruego:
Buenas,
mi Señor Santiago. Reciba usted a este humilde pecador que después de caminar
hasta Compostela le ruega el perdón por votar en contra de los derechos de los
emigrantes en el Congreso de los Diputados.
El camino me abrió mi cerrada mente para descubrirme que en
el hemiciclo madrileño fui una ovejita más a las órdenes de mi partido. Si
callé la boca fue para que no me sacasen de las listas en futuras convocatorias
electorales. Estaba cegado por las vanidades terrenales que me hicieron olvidar
que la única lista en la que se debe estar es en aquella que permite entrar con
la conciencia limpia en el reino de Dios.
Os pido
mi Apóstol el tener en cuenta mi más absoluta ignorancia sentimental al pensar
que para ser diputado llega con un título universitario. Lo que quiero decir es
que unos días antes de la votación estuve hablando con mi padre sobre la
necesidad de poner freno al ingreso indiscriminado de extranjeros.
Cuando le dije que la reforma de la ley sería aprobada por
una amplia mayoría y también con mi voto; se puso a gritar en contra mía. Me
llamó burro ignorante y desagradecido. No me gustó nada que se enojase de aquel
modo pero quedé callado cuando vi sus ojos llenos de lágrimas.
Recordó con todo detalle aquel día en el que acompañó a su
madre a la panadería. Eran los más duros años de la posguerra en los que la
cartilla de racionamiento era el documento básico para el sustento familiar.
Volvió feliz comiendo un trozo de pan que le sabía muy bien. Su madre le
comentó que lo hicieron con el trigo de Perón. Muchos años después supo que
Perón no era el nombre de una variedad especial de cereal sino el nombre del
presidente del país sudamericano que nos enviaba, gratis, toneladas de
alimentos.
Mi padre me despidió ---muy dolido conmigo--- con la
advertencia de que no es recomendable el escupir para arriba y que muy pronto
los ofensores nuevos ricos del Reino de España volverán a pedir papas a los
gobernantes argentinos para que no le pongan barreras a los nietos que van allí
a trabajar.
¡Qué razón tenía mi padre! Ahora su nieto mayor está en
Buenos Aires. Presentó una solicitud que aceptó el Dr. La Blunda [Interventor
Judicial del Centro Gallego] para realizar prácticas no remuneradas en el
servicio de Radiología del Hospital de la esquina de Belgrano y Pasco. Allí
estará hasta que aquí se convoquen las oposiciones para los técnicos de Imagen
para el Diagnóstico.
Se que fui un tonto presumido y me arrepiento por no tener
memoria y pido delante del altar de esta Santa Catedral que me sea concedida la
gracia del perdón apostólico. Ofrezco mi palabra de honor de que nunca mas
olvidaré que la noble entrega que nos hicieron los emigrantes es sagrada.
Manuel Suárez Suárez
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