Por
Pascual Hernández del Moral.
domingo 21 de diciembre de 2014, 22:44h
El lector sabrá que mi interlocutor Venancio es
cubano de nacencia, y habitó en la perla hasta hace ocho años, cuando consiguió
escapar, pasar un tiempo con la disidencia en Miami, hacer una vuelta por
Colombia, y de allí, a España, donde nuestras antiguas relaciones
profundizaron. Pues hoy, voy a seguirle a él ideas y puntos de vista sobre el
asunto que ocupa a medio mundo: la inauguración del empiece del inicio del
principio del comienzo del deshielo entre Castro y Obama. Mi amigo Venancio me dice,
con ese español tan propio, que gemina las consonantes "en implosión silábica":
"No me fio. Loo americanoo imperialittas non
van a dan, como siempre, por el culillo poquito a poquito, y debajo un pino.
Pero que yo no me fíe de elloo, no quiere desin que no apresiemoo el cambio que
parese que pueda inisianse o comensanse".
O sea, que no veo claro, amigo Pascual, por
dónde romperá esto. El deshielo era esperable, de todas maneras por muchas
razones: los Castro se morirán ya antes que después, aunque el pacto con el
diablo los haya hecho muy duraderos, y detrás de ellos, la nomenklatura no
aguantará un empellón, por lo que había que moverse; las nuevas generaciones de
cubanos en América ya han vivido a lo americano, sin el peaje de los vuelos
desde Cuba a América llenos de delincuentes cubanos, tú ya sabes -me dice- y su
actitud en la pequeña Habana favorece el deshielo, aunque queden todavía ultramontanos;
en los últimos meses, Rusia va de capa caída porque no tienen dineros, y
mantenerse en el "candelabro" es muy caro; además, lo de Ucrania los ha jodido
ante los europeos; y en la misma situación, colega Pascual, está Venezuela, la
gran regaladora de petróleo a Cuba; ya no tiene dineros ni para sí, con el
petróleo por debajo de los 50 $, y no se espera mejoría del precio; así que se
acabaron los barriles con que Maduro mantenía a Cuba. O sea, que todo está muy
negro, como el petróleo pesado venezolano. La caída del muro de Berlín, el 9 de
noviembre del 89 fue un hecho real que supuso un cambio político, que no paró
ni la stasi; pero... de este cambio no me fío, porque este es un cambio político,
no real, me dice.
Además, compañero Pascual, se está viviendo una
guerra no declarada entre republicanos y demócratas en el imperio. Y Obama, que
ya se va, y no espera que los suyos sigan gobernando, quería meterles a los republícanos
un dedo por salva sea la parte. Y, aunque el bloqueo lo convirtieran en ley en
la década del 60, Obama se las arreglará para darle la vuelta y no someter a la
cámara un cambio legal para acabar con el bloqueo. O sea, bloqueo sí, pero no,
que no sé si me explico y me entiendes, amigo Pascual.
Yo me he dado una vuelta por el Granma y otros
medios de información de Cuba, he hablado con los míos de allá y con paisanos
de acá, que viven con una gran esperanza la apertura del diálogo político,
aunque tampoco lo vean claro. Y lo que destacan los de allá son dos ideas:
De una parte, la alegría que siente el pueblo
cubano porque ya están en casa "los cinco" apresados por el imperio, los tres
del día 17, y los dos del 2013. Y le dan a las palabras de Fidel del 2001 el
valor de una profecía: "¡Volverán!" Y han vuelto de barato, como dice él, o de
gratis, como diríamos nosotros.
Y de otra, el gran triunfo de la Revolución. El
imperio se ha bajado los pantalones, y la Revolución ha seguido triunfando del
diablo imperialista, y el pueblo ha salido a la calle a festejar el gran
triunfo. Ya tiene la Revolución un motivo más para afirmar que la justicia, el
bien, la honestidad, la entereza, el valor y el orgullo revolucionario han
vuelto a triunfar del mal absoluto. Raúl ha estado bastante comedido en su
discurso, hasta el punto de que la contención de sus palabras frente a otros
discursos incendiarios ha sonado a prudencia insegura. En ese sentido, se han
manifestado aquí algunos tontos de solemnidad, como el Güilli Toledo. Faltan
las reacciones del doctor.
Raúl no ha dicho gran cosa, aparte de repetir
las quejas, del embargo, al que sigue acusando de la ruina de Cuba. A lo que se
ve, espera una llegada de capital dirigido a la industria hotelera y poco más,
de lo que aprovecharán los de siempre, frente a la gran mayoría de la
población, que seguirá viviendo con las mismas penurias, en la calle y con la
misma falta de esperanza. Porque, colega Pascual, lo que hay que ver es la
relación del régimen de los Castro con su propio pueblo.
Aprovecho la ocasión para desearles a los
amigos cubanos de allá una feliz Navidad, si el régimen lo permite. Y a todos
los amigos y enemigos de acá, lo mismo: paz, am,or, pan y justicia.