Por
Pascual Hernández del Moral.
lunes 08 de diciembre de 2014, 10:11h
Cuando, en un viaje por Venezuela mientras
vivía en América del Sur, pasábamos por el estado de Anzoátegui (cuya capital,
curiosamente, se llama Barcelona), me dijo mi acompañante: "ESTAMOS ATRAVESANDO
LAS TIERRAS DE TU PRESIDENTE". Se refería a FELIPE GONZÁLEZ, que hizo muchos y
muy buenos tejemanejes en la Venezuela de Carlos Andrés Pérez (CAP), en los
principios de los 90. De todos eran conocidos los negocios en ganadería
extensiva y en derivados del petróleo, que nuestro querido "ex" tenía en ese
país. Por eso, no me hubiera sorprendido que la concesión de la nueva
nacionalidad a Felipe la hubiera hecho Venezuela. Pero González, que entre sus
muchos defectos no está el de ser tonto, habría pensado: ¡Cualquiera se hace
venezolano, con los aires madureros que corren por allí!
Pero yo no sabía nada (ni nadie me lo dijo) de
los negocios del señor González en Colombia. Y parece que la razón de la
concesión de la nacionalidad no se ha debido a los negocios, sino a los
continuos apoyos del "ex" al proceso de paz con las FARC, desde mediados de los
noventa. Es cierto que Felipe González, ayudado por García Márquez, apoyó las
conversaciones de paz, aunque hasta hoy no haya habido resultados apreciables
en el proceso. De todos modos, no sé cuántos negocios sustanciosos habrá hecho
por su cuenta, pero conociendo el paño, seguro que más de uno.
Bueno, pues ya tenemos dos nacionalidades compatibles,
por lo que González puede vanagloriarse de ser hispano-colombiano. Así, ha
prometido cumplir la Constitución y la ley colombianas. Ahora, que tantos
colombianos piden quedarse aquí "con los mejores papeles posible", Felipe
González da el ejemplo, sensu contrario, de que se puede servir a dos señores,
en este caso a dos países.
Recuerdo que "el ave canora" Alberto Pla
Álvarez, que canta en catalán y en español, y espera tener compradores de
discos y hasta algunas "galas" en ambas lenguas, allá por octubre del pasado
año dijo claramente que "era una mierda ser español", algo parecido a lo que
expresó airadamente el genio gallego-catalán Pepe Rubianes. Pues a ellos y a
los que piensen así, González les muestra el camino, les ofrece ejemplo de un
primer paso que pueden dar: primero, una época de doble nacionalidad, y
después, elegir la del otro país, abandonando la española. Por ejemplo, podrían
hacerse andorranos, o argentinos, o colombianos como González, o cubanos o
kosovares, o venezolanos, o filipinos, pongo por caso. Y después, pedir la
aplicación del artículo 24 del Código Civil, renunciar a ser español, y abrazar
al nuevo país.
Lo digo porque los catalanes, que están tan
hartos de ser españoles, de tener que llevar siempre el carné de identidad
español, de tener que salir al extranjero con nuestro pasaporte, ya saben el
camino. Hay personalidades relevantes, como Felipe González, que se lo han
enseñado.
Lo que no está tan claro es que cualquier país
de los que tienen firmado convenio de doble nacionalidad con España les
reconozca la suya a tanto botarate como hay por estos pagos. Porque, a ver, ¿qué
tiene que ofrecer a Colombia o a Cuba o a Venezuela tanto cantamañanas como hay
suelto por aquí? ¿Poseen grandes méritos científicos o artísticos, de los de
verdad? Quiero recordar que España está dispuesta a reconocer la residencia a
los inversores de unos pocos cientos de miles de euros ¿Acaso estos melones
piensan hacer notables inversiones en esos otros países para que les reconozcan
la nacionalidad?
Uno al que es probable que le den la doble (o
la triple) nacionalidad es a Pablo Iglesias. Según dicen los gobernantes
venezolanos, Iglesias es el mejor propagandista de los éxitos económicos y
políticos del régimen chavista-madurero, y la punta de lanza para la
penetración de sus ideas políticas en España, como adelantada de Europa. Y no
digamos nada de Irán: Iglesias conseguirá que ahorquen en las grúas a los gays
españoles, porque este comportamiento no está bien visto entre los árabes, y
conseguirá que todas las mujeres usen el burka o la niqab porque esa
indumentaria defiende su dignidad y honestidad musulmanas. Y una vez conseguida
la doble (o triple) nacionalidad, puede cambiar de país, incluso
permanentemente, para siempre.
¡Hay que ver lo que todavía nos puede enseñar
el Sr. González! ¡Y yo, con estos pelos!