La producción de herramientas de hueso hace 1,5 millones de años fue un proceso metódico y sistematizado. Este hallazgo, realizado por un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la Garganta de Olduvai, Tanzania, considerada la cuna de la humanidad, marca un hito en la arqueología relacionada con los orígenes humanos. La investigación, publicada recientemente en la revista Nature, desafía la creencia anterior de que nuestros antepasados más remotos no fabricaban este tipo de instrumentos.
“Este descubrimiento sugiere que los primeros humanos ampliaron significativamente sus opciones tecnológicas”, afirma Ignacio de la Torre, investigador del CSIC y codirector de la excavación. “Hasta ese momento, su repertorio se limitaba a útiles de piedra, pero ahora incorporaron nuevas materias primas al desarrollo de artefactos.” Además, esta evolución tecnológica indica avances en las capacidades cognitivas y estructuras mentales de estos homínidos, quienes adaptaron sus conocimientos sobre el trabajo con piedra a la manipulación de restos óseos.
Las claves de una evolución
Las evidencias más antiguas del uso de herramientas por parte de los ancestros del género Homo se encuentran en África oriental. La cultura olduvayense, famosa por los artefactos hallados en la Garganta de Olduvai, existió entre hace 2,6 y 1,5 millones de años y se caracterizó por la obtención de lascas de piedra mediante percusión. Esta tecnología relativamente simple dio paso a una nueva cultura: el Achelense, que duró desde hace 1,7 millones hasta 150.000 años atrás.
Los artefactos emblemáticos del Achelense son las hachas de mano, grandes y resistentes, que requieren considerable habilidad para su producción. “Antes de nuestro descubrimiento, la transición entre las culturas olduvayense y achelense se conocía casi exclusivamente a través de los artefactos de piedra”, señala De la Torre.
Una nueva perspectiva sobre los recursos animales
A lo largo de cientos de miles de años, los humanos coexistieron con animales en las sabanas africanas. Estos eran vistos tanto como peligros —con abundante evidencia que muestra que muchos fueron víctimas de felinos— como competidores por carcasas cazadas por grandes depredadores. Sin embargo, también representaban una fuente crucial de proteínas provenientes del tuétano en huesos no consumidos.
“Nuestro descubrimiento indica que desde inicios del Achelense, periodo en el cual se formó el yacimiento T69 Complex en Olduvai, los humanos comenzaron a ver a los animales no solo como peligros o competidores sino también como fuentes valiosas para fabricar herramientas”, explica el investigador.
El Proyecto OGAP
El Proyecto Arqueológico en la Garganta de Olduvai (OGAP) está dirigido por Ignacio de la Torre y Jackson Njau (Indiana University), con colaboración internacional que incluye instituciones españolas y extranjeras. Desde 2010, OGAP ha llevado a cabo 19 campañas centradas en investigar la transición entre las culturas olduvayense y achelense. Entre 2015 y 2022, gran parte del esfuerzo se dedicó a las excavaciones en el T69 Complex y al análisis detallado de las herramientas óseas publicadas en Nature.
La magnitud e intensidad del trabajo realizado por OGAP ha sido posible gracias a subvenciones del European Research Council otorgadas a De la Torre. Además, el apoyo fundamental proviene tanto de las autoridades tanzanas como de comunidades locales masáis que colaboran estrechamente con los investigadores para descubrir y estudiar los tesoros paleoantropológicos presentes en Olduvai.
El Laboratorio de Arqueología del Pleistoceno
El Laboratorio de Arqueología del Pleistoceno (LAP), ubicado en el Instituto de Historia-CSIC, promueve investigaciones sobre arqueología humana, el Paleolítico y sociedades cazadoras-recolectoras durante el Pleistoceno. Con un enfoque activo hacia excavaciones arqueológicas tanto en África Oriental como en España, LAP realiza investigaciones pioneras sobre tecnología lítica y otros aspectos relevantes para comprender nuestros orígenes.
CSIC Comunicación
comunicacion@csic.es