El obispo de Segovia advierte a los empresarios que "es una grave injusticia no pagar el justo salario"
sábado 21 de septiembre de 2013, 20:53h
El obispo de Segovia, Ángel Rubio, ha abogado
en su carta pastoral por que todos los hombres tengan un puesto de
trabajo dignamente retribuido y ha rechazado que el empleo constituya
una "humillación", al tiempo que ha señalado que el Catecismo exige al
empresariado que considere el bien de las personas y no sólo el aumento
de las ganancias.
"Es una grave injusticia no pagar el justo salario", ha
considerado el prelado, para quien la huelga es "inaceptable" cuando va
acompañada de violencia o persigue objetivos no directamente
relacionados con las condiciones de trabajo o contrarios al bien común,
pero "legítima" cuando se presenta como inevitable y en busca de un
beneficio proporcionado.
En su carta, titulada 'No robarás', recogida por Europa Press,
Rubio ha recordado que el derecho y el deber de trabajar forman parte
del séptimo mandamiento y ha incidido en que el derecho al trabajo es un
bien de la Humanidad que hay que compartir.
En este sentido, ha apuntado la necesidad de que los cristianos se
esfuercen para lograr que todos tengan en la sociedad un puesto digno y
para que cada cual encuentre el empleo más adecuado a sus capacidades y
vocación.
El obispo ha manifestado que el séptimo precepto no sólo prohíbe
quitarle algo a alguien, sino que exige también la justa administración y
el reparto de los bienes y regula las cuestiones de la propiedad
privada y del reparto de los rendimientos del trabajo humano.
En él, ha redundado, se denuncia la distribución injusta de las
materias primas y se subraya con igual fuerza el derecho a la propiedad
privada y el destino universal de los bienes, con especial referencia a
situaciones concretas que resulten hoy problemáticas, como la
especulación abusiva, los juegos de azar o las modernas formas de
esclavitud.
El prelado ha destacado el rechazo eclesial a todo sistema en el
que las relaciones sociales queden enteramente determinadas por factores
económicos o que sacrifican los derechos fundamentales de las personas y
de los grupos en aras de la organización colectiva de la producción,
así como la condena de la Iglesia a aquellas teorías que hacen del
beneficio la regla exclusiva y el fin último de la actividad económica.
Al hilo de ello, ha indicado que se afirma tajantemente que la
Institución eclesial descarta las ideologías totalitarias y ateas
asociadas en los tiempos modernos al comunismo o socialismo pero
también, en la práctica del capitalismo, el individualismo y la primacía
absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano.
Rubio ha manifestado que, además de la justicia, el cristiano ha
de practicar la caridad. En su opinión, tener y no dar nada es en
algunas ocasiones peor que robar.
"El dinero suele formar un caparazón de egoísmo que nos hace
invisibles a los demás", ha lamentado el obispo, quien ha advertido de
que tener mucho induce al hombre a creerse ser mucho y de que de esa
autosuficiencia "nace una soberbia desdeñosa con las miserias ajenas".
En el texto, no olvida que la Iglesia debe repartir y compartir para
"hacer un mundo más justo".