Un círculo cuadrado
miércoles 20 de junio de 2012, 00:32h
Al Estado le pesan excesivamente sus
nóminas. No es para menos. Cada mes
tiene que pagar a más de tres millones
de personas, entre políticos, asesores, funcionarios y personal contratado.
Cuando comenzó la crisis, el conjunto de las administraciones necesitó 107.835
millones en pagar las nóminas. Ahora la cifra llega a 123.000 millones, un 14
por ciento más. En pagar a sus empleados, el Estado necesita dos de cada tres
euros que recauda. Una barbaridad.
Los gastos no se reducen, sino que se
aumentan. A pesar de los recortes, el
gasto de las nóminas crece, pero la recaudación por impuestos sigue cayendo. Si
en 207.000 superaron los 200.000 millones, en 2011 no llegaron a 161.000
millones. El Fondo Monetario Internacional nos lo ha dicho bien clarito. Hay
que recortar más. No se puede sostener un estado que se ha convertido en un
gigante artificial con los pies de barro.
Esta es la cruda realidad. El consumo
baja, el paro crece, la recaudación disminuye.
Como no llegamos a fin de mes, hay que pedir prestado y el crédito nos
sale cada vez más costoso. Si no necesitásemos tanto crédito, se desactivaría
la prima de riesgo de la noche a la mañana, pero los mercados no se fían de un estado con una
deuda creciente y una recaudación menguante que necesita para pagar a su gente,
dos de cada tres euros que consigue. Mal asunto. Muy malo.
Las cuentas no salen, se ponga como se
ponga Europa y vote lo que vote Grecia. Y hasta que no se reforme este enorme
agujero estructural, las cuentas seguirán sin salir.
Equilibrar los balances es el deber más
urgente para generar confianza, ahuyentar a los especuladores y conseguir que
vuelvan los inversores que se han alejado de la España del despilfarro.
Tenemos por delante una misión
imposible: cuadrar las cuentas. Y eso, tal y como están las cosas, viene a ser
lo más parecido a la cuadratura del círculo.