A todo quisque
Educare
Por
Clemente Barahona Cordero
martes 18 de octubre de 2011, 20:12h
Es un derecho humano y un bien social irrenunciable que forma parte de
nuestro patrimonio común. El derecho a la educación es el garante de las
libertades cívicas y de la igualdad real de oportunidades, uno de los
verdaderos cimientos de la democracia. Es ese proceso multidireccional
mediante el cual se transmiten conocimientos, valores, costumbres y
formas de actuar. Así a través de la educación, las nuevas generaciones
asimilan y aprenden los conocimientos, normas de conducta, modos de ser y
formas de ver el mundo de las generaciones anteriores, creando además
otros nuevos. Es compartir con los jóvenes de nuestra sociedad las
ideas, cultura y conocimientos. La labor del buen educador es ardua,
complicada y llena de vocación, o si lo prefieren de pasión.
Aristóteles nos dejó escrito que: "La educación consiste en
dirigir los sentimientos de placer y dolor hacia el orden ético". La
maravillosa complejidad de este noble oficio está en que nuestro
material de trabajo son seres humanos, comenzando su camino hacia la
vida adulta y madura. Todos los recursos humanos y materiales puestos a
su servicio son siempre escasos. Hay que ser miope y cicatero, o
político para ser capaz de recortar los medios en este ámbito crucial de
nuestras vidas. Luego, en campaña electoral, se les llena la boca con
las promesas sobre una educación más que digna para sus futuros
votantes. Quizás no les convenga por miedo, un pueblo educado, crítico y
pensante.
Tanto el griego con su pedagogo como el latín con su educare comparten
el significado de educación. El educador es el que guía o conduce a su
educando. En definitiva, dar al que aprende los medios de abrirse al
mundo, encauzarlo al pleno desarrollo de sus posibilidades. Platón,
hace más de 20 siglos, habló de las tres funciones de la educación: 'La
formación del ciudadano, la formación del hombre virtuoso y la
preparación para una profesión'.
Todo esto se nos olvida y lo reducimos a dinero, el futuro de nuestro
país lo dejamos en manos de un sistema financiero, eufemismo que abarca a
oscuros especuladores capaces de hundir por avaricia a naciones
enteras. Políticos incapaces de enfrentarse a estos vampiros porque
quizá se saltaron la segunda función de la educación de la que hablaba
Platón. Es una verdadera lástima que su cortedad la empleen para
recortar o restringir medios a las actividades más 'sagradas' del ser
humano y para el ser humano como son la sanidad y la educación. No soy
médico ni enfermero, pero sí paciente, y me parecen lamentables las
humillaciones y recortes dirigidos a este colectivo vital y también
vocacional. Ya no solo se hunde el estado del bienestar, se están
cargando las necesidades más básicas y necesarias.
Hasta hace muy poco todos hablaban de la calidad en la enseñanza, los de
un lado y los del otro, ahora unos callan por conveniencia y otros
meten el cuezo hasta el fondo con intervenciones más que inconvenientes.
Los que hoy nos dirigen o pretenden dirigirnos también fueron educados, pero sin duda, faltaron muchísimo a clase.
Clemente Barahona Cordero. Profesor y escritor.
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