miércoles 25 de febrero de 2015, 12:34h
Los acuerdos de la Argentina con China han traído como
consecuencia de vivir un año electoral, una catarata de cuestionamientos, que
formateados en clave supuestamente económica-laboral, esconden en sus pliegues
una discriminación i ideológica por un lado y racial por otro, que no soslayan
la cuestión geopolítica de una nueva inserción en el mundo, no tolerada por
quienes "congelados" por la Guerra Fría, miran al mundo como si
estuviese detenido 50 años atrás.
Si algo ha caracterizado al gobierno peronista desde el 2003
hasta la fecha, motivo además por el cual recibió las mas importantes
embestidas políticas, ha sido que el proceso de industrialización, la
ampliación de derechos sociales y la voluntad férrea de consolidar el trabajo ,
como herramienta dinamizadora de la economía han sido su norte. Cuestionar los
swaps de monedas, que han permitido superar la crisis del sector externo,
provocada por los golpistas económicos devaluadores, en paralelo con la
disparada de precios inflacionaria, es sólo una de las caras que aparecen, como
aparecieron ayer nomás, cuando Venezuela acudió en ayuda, a una Argentina
terminal, con dinero fresco, para superar la crisis del 2001, que trajo
aparejado un viento contrario a la República Bolivariana Chavista, con la misma
virulencia con que antes embistieron contra Cuba y los acuerdos de Perón de
1973, o antes las charlas con Mao, a través de Valentín Luco, o la ayuda de
Fidel con los habanos en Europa, al exilio del Líder.
La críticas a China se centran en los acuerdos de
financiamiento que permitirán a nuestro país, la construcción de dos centrales
hidroeléctricas Cepernic y Kirchner que son obras de infraestructura
energética, para un país en crecimiento. Se cuestiona por un lado las compras
directas cuando en los contratos se establece que el 25% corresponde al país
otorgante y el 75% al país receptor en este caso,la Argentina.Que la mano de
obra china será sobre personal técnico en la transferencia de tecnología, como
se hizo con los trenes, donde los puestos de trabajo especializados en nuestro
país, fueron arrasados por la lógica neoliberal desde 1976 con complicidad
absoluta de los 90 menemistas, cuyos residuos políticos hoy claman por
"transparencia", que siempre se tuvo en estos 12 años, en el marco
del crecimiento único, inédito en lo económico y social, desde la década feliz
de Perón.
Nunca abrieron la boca para las bases militares en nuestro
país, ni para la intención prepotente del ALCA, ni la Alianza Para el Progreso
de los años 60, ni de la Escuela para las Américas de los 70, ni del Plan Brady
de los 90, ni los acuerdos de Washington de los años 80, que no sólo
determinaban la economía de los países,sino exigían monitoreos, endeudamientos,
privatizaciones, flexibilización laboral, congelamiento de jubilaciones y
pensiones, cierre de desarrollos tecnológicos de punta, cierres d tranqueras y
arrasamiento de la industria por el llamado"libre comercio" que los
países centrales impone, pero no practican.
Como vemos es una simple confrontación ideológico-política
prelectoral,que intenta justificar un embate, que sin dudas,al cambiar el
sistema de alianzas tradicional de la Argentina Colonial, provoca heridas en
intereses concentrados en la vieja estrategia europea-norteamericana.Nuestro
país se encamina a un nuevo escenario internacional, integrado al mundo con
nuevos actores regionales y extraregionales, desde el UNASUR, CELAC, BRICS,
MERCOSUR que dejan de la lado,preconceptos coloniales de la posguerra, que
marcó por décadas la agenda golpista de la ArgentinaLos peronistas conocemos de
esto, tenemos memoria y la Tercera Posición vigente, puntapié inicial de los
Países del Tercer Mundo que dió un nuevo impulso al desarrollo de los pueblos
del mundo.
JORGE RACHID