Comentario de un decano, con perdón: ganó Rajoy. ¿Ganó?
martes 25 de febrero de 2014, 23:02h
Creo que soy de los pocos periodistas (y políticos) que han
asistido a todos y cada uno de los debates sobre el estado de la nación.
Veinticinco en total, si mis cálculos no fallan. Y pienso, que conste, seguir
en ello, si es que estos debates, tan insulsos, se mantienen, lo mismo que mis
fuerzas. Lo primero que me han preguntado tirios y troyanos, al concluir el
primer rifirrafe entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, fue quién creía
yo que había ganado en el cuerpo a cuerpo. Mi primera respuesta: efectivamente,
el bipartidismo ha muerto. Pero, ahora más en serio, y para no hurtar el bulto
ante el tiroteo, y para lo que valga --¿vale para algo la opinión de un
decano?-- , le diré a usted, como les he dicho a ellos, que pienso que Rajoy ha
ganado por puntos. Mejor tono, más sorpresas 'agradables' -esos cien euros de
tarifa plana han sido, la verdad, una bomba--, menos soporífero en lo que cabe
-que cabe poco-que su principal oponente.
Hemos asistido -vigesimoquinta edición-a la presentación de
dos Españas distintas, y conste que ya lo decía Machado antes de que existiesen
estos debates parlamentarios (los de antes, por cierto, dicen que eran
mejores): el horizonte sonrosado que nos cuenta el Gobierno, con sus datos en
la mano, frente al panorama sombrío del líder de la oposición, también cifras
al canto. Ni las cifras coinciden en este país nuestro...
Pero ocurre que Rajoy está crecido -será que no lee las
encuestas--, y Rubalcaba parece ya amortizado como líder de la oposición, y
bien que siento decirlo, porque me parece figura respetable y honorable. Pero
está, aparentemente, acabado, y ahora me reafirmo en que no concurrirá, creo,
como candidato a las primarias en las que se afana, dentro del mayor misterio,
media docena de socialistas de mayor o menor relevancia. El discurso de Rajoy
estaba lleno de tentaciones para el bolsillo, suponiendo que al ciudadano le
importe poco eso de profundizar en la democracia, y el del secretario general
del PSOE fue apresurado, atropellado, difícilmente digerible; tenía mucho que
decir, mucho que criticar -faltaría más--, y lo hizo, entiendo, mal. Tendría
que haber propuesto un acuerdo de gran alcance al PP, guste o no guste a las
bancadas socialistas, y se lo dejó en el tintero, aunque me consta que piensa
que es necesario.
Rajoy mandó sobre el debate, aunque, personalmente, siga sin
gustarme su estilo distante, frío, instalado en la mayoría absoluta,
autosatisfecho y alicorto. Pero es que Rubalcaba anduvo de tropezones, más
previsible -aún, que ya es decir-que Rajoy. De veras lo digo, al margen de
filias y fobias, de las que estoy curado hace tiempo (que para eso es uno ya
una especie de ,ay, decano): esta vez ganó el presidente. Quizá porque enfrente
no tenía a un aspirante, sino a un resistente.