Las cartas del Abuelo Pascasio: los números cantan
miércoles 11 de septiembre de 2013, 11:08h
Muy querida nieta Cristina:
Te
quería comentar lo orgulloso que me siento cuando en nuestras reuniones
tratamos temas relativos a la economía argentina. Me tenés que entender, soy el único gayego del mundo emigrante con
una nieta al frente de un país. Así que es normal que infle el pecho al
escuchar los positivos comentarios de los compañeros de la agrupación "Cristina
da Fonsagrada" al analizar diferentes informes técnicos sobre el aumento del
poder adquisitivo de los ciudadanos argentinos. Se dice que "los números
cantan". Los abuelos, por experiencia, podemos corroborar que es una gran
verdad. Hasta el más anti-peronista acepta que los números que teníamos en el
2003 no son los que tenemos en el 2013.
Acá, en
nuestra querida tierra de acogida, sucede algo que nos hace recordar aquello
que decía el presidente Lincoln sobre que "la gente es capaz de ser feliz sólo
cuando abre su mente". Que el país avanzó en una década, es un dato objetivo
que no admite dudas. Este dato hace felices a millones de argentinos que tienen
su mente abierta a una nueva realidad en la que se están haciendo esfuerzos
para acortar distancias entre los niveles de renta de los 40 millones de
habitantes que más o menos tenemos. Pero hay también varios millones que son
infelices. Son los que mantienen cerrada su mente. Lo ven todo negro y viven
puteando constantemente al gobierno aunque su economía particular haya mejorado.
Mientras
dos más dos sean cuatro, creemos que habrá que meterse en el bocho lo
siguiente: entre 2003 y 2013 el salario mínimo pasó de 200 a 3300 pesos
[multiplicación por 13] y la jubilación mínima pasó de 220 a 2477 pesos [se
multiplicó por 11]. Si estudiamos la capacidad adquisitiva o poder de compra,
entonces vemos que los salarios y las jubilaciones triplicaron su poder de
compra con respecto a una amplia variedad de productos y servicios. Un ejemplo
muy clarito lo observamos en los alquileres. Si en el 2003 un pibe o una piba
laburadora querían alquilar un departamento de dos ambientes en Boedo o Flores
necesitaban disponer de un salario mínimo y medio. Ahora lo arreglan con tres
cuartos de su salario.
Ya que
hablamos del barrio de Boedo aprovecho para explicarte lo que significa. Es una palabra muy común en el mundo rural.
En miles de aldeas hay un "boedo" y su
etimología es latina. Viene del nombre de una hierba que crecía en
terrenos muy húmedos o pantanosos a la que los conquistadores romanos llamaban
budum. Acá tenés otra herencia más de nuestra cultura en tierras porteñas. No
me acuerdo si cuando eras chiquita te hablé de los alegres pajaritos que
revoleaban por mi aldea fonsagradina de Mazaeda. Te lo digo porque me acordé de
Merlo, otro nombre gayego que nos permite jugar con un título para un texto o
poema que hable de los dos barrios: Un "merlo" en el "boedo" o El "merlo" canta
en el "boedo".
Los
abuelos comparamos los salarios de nuestro tiempo y los actuales. Te aclaro que
sin caer en el error de recordar el pasado como un tiempo siempre mejor. Es
evidente que antes un peso era un peso pero el consumo era también reducido en
cuanto a posibilidades. Te ahorrabas mucha guita en facturas de telefonía
móvil. Si era un lujo el teléfono fijo, te podés imaginar que ahora cuando
miramos para abajo nos quedamos muy asombrados. Sea por la avenida Córdoba o
por Corrientes, todos van caminando con algún aparato en la oreja. Estás
comunicado, sin duda, pero tenés que bancar un lindo gasto mensual. Hay un
ejemplo muy indicativo de la mejora. Nos referimos a dos alimentos: el asado y
la leche. En el 2003 comprabas 31 quilos de carne y ahora 78,5. Antes comprabas
167 litros de leche y ahora 446. Bueno, Cristina, es una pena que aunque los
números canten ---como si de Gardel se tratase--- siga habiendo ciudadanos que
se hacen los sordos.
Bien,
me tengo que despedir. Dentro de un ratito empieza una reunión especial en la
A.C.E.R. para tratar el tema de los incendios forestales en nuestra vieja
tierra gallega. Es una suerte que mi
parroquia de San Pedro de Neiro haya quedado a salvo del fuego devastador y que
tu cachito de monte en herencia se mantenga llenito de fuertes castaños. Recibí
un abrazo del viejo emigrante que cada vez se acuerda más del día de su
glorioso desembarco en el puerto de Buenos Aires.
Pascasio
Fernández Gómez