Elecciones en Venezuela: el día después
viernes 19 de abril de 2013, 08:20h
En Caracas la algarabía chavista por el triunfo electoral
del pasado domingo duró apenas 24 horas. Luego de la reñida elección en la que
el candidato oficialista Nicolás Maduro venció por casi dos puntos al opositor
Henrique Capriles, las calles de la capital venezolana se convirtieron en un
virtual campo de batalla.
Durante la noche del lunes y la madrugada del martes, grupos
antichavistas produjeron daños en diversos locales partidarios del PSUV, en los
Centros del Diagnóstico Integral, en los CNE provinciales (atacando inclusive
la casa de la rectora Tibisay Lucena y la de su familia) dejando un saldo de
siete muertos. Esto obligó al candidato derrotado a suspender la marcha que
había convocado para esta tarde, en la cual pretendía desconocer el legítimo
triunfo electoral del candidato chavista.
El chavismo desde el inicio de los disturbios llamó a la paz
y a la cordura. En las tres ocasiones en donde el presidente Maduro habló
durante el lunes invitó a sus seguidores a no caer en provocaciones, pero sí a
estar alertas ante un eventual aumento de la violencia opositora. En ese
sentido, el chavismo se organizó para la defensa de las instituciones
democráticas creando el Comando Antigolpe en todo el país. La capacidad
operativa del oficialismo venezolano para ordenar sus fuerzas en pocas horas
evitó que las revueltas se profundizaran. El aparato institucional del Estado,
a su vez reaccionó de forma inmediata y tanto el CNE como el Tribunal Supremo de
Justicia (TSP) y la Asamblea Nacional alertaron sobre la posibilidad de un
golpe de Estado. Las plantas de PDVSA en todo el país fueron ocupadas por el
chavismo para evitar las amenazas de "copamiento" por parte de los opositores.
En paralelo a estas acciones, el pasado martes 16, el
canciller Elías Jaua reunió a los embajadores de todos los países en Caracas
para informar sobre las consecuencias de los destrozos ocasionados y mediante
una filmación captada por cámara de seguridad, mostró cómo, cuándo, dónde y
quiénes fueron los responsables del intento desestabilizador. Las horas de
tensión fueron cediendo durante la tarde del martes luego de que Maduro
amenazara con no reconocer, si Capriles no hacía lo propio con los resultados
del domingo, los triunfos electorales opositores en las gobernaciones de
Miranda, Lara y Amazonas del domingo 16 de diciembre.
El oficialismo respondió al clima desestabilizador provocado
por la oposición venezolana con serenidad. Maduro mostró la virtud suficiente
para manejar una situación difícil y única para el país desde la desaparición
física de Hugo Chávez. En ese sentido, pareció que el chavismo se encontraba
más preparado para una eventual reacción opositora ante la derrota, que para
una victoria por la mínima. La confianza en un triunfo holgado (lo vaticinaban
hasta las encuestadoras opositoras) le impidió observar la fuga de votos que
anidaba en un segmento importante de la sociedad. Las variadas razones de esa
mutación electoral descansan en el impacto de la devaluación del bolívar, la
inexperiencia de Maduro como candidato frente a un más que instalado Capriles,
una campaña electoral corta, pero que la oposición convirtió en un todo o nada
con una propuesta de continuidad del centro neurálgico de las políticas chavistas,
las misiones bolivarianas y en una eficaz operación de desprestigio de la
figura del actual presidente.
La oposición venezolana logró perforar el techo de votos
históricos obteniendo victorias en 8 de los 24 distritos del país.
Envalentonada con el resultado cometió el pecado de desconocer la derrota
creando un clima de inestabilidad que poco rédito le trajo a sus aspiraciones.
La Unasur, la OEA y la mayoría de los países, con excepción de los EEUU,
avalaron el triunfo electoral de Maduro con un porcentaje nada anormal para las
democracias que polarizan sus preferencias en dos grandes opciones. En el
pasado de la misma Venezuela y durante este siglo en el mundo se han producido
resultados ajustados que no han dando lugar a tamaña reacción de los derrotados.
La estrategia electoral de Capriles (de la que deberían aprender muchos
dirigentes locales) en valorar los grandes logros del chavismo y su propuesta
de continuar su legado, viró en estas últimas horas ensuciando un resultado
electoral histórico para la oposición venezolana. Su única victoria fue en
diciembre de 2007, pero en aquella ocasión fue el ausentismo de una gran masa
de chavistas la razón de la misma. En la elección del domingo, por primera vez,
un candidato antichavista pudo ganar votos oficialistas en un contexto marcado
por el antagonismo histórico entre ambos conjuntos partidarios.
El próximo viernes jurará Maduro como el primer presidente
chavista. Legitimado por las urnas, bendecido en vida por el máximo líder de la
Revolución Bolivariana, deberá lidiar con una difícil coyuntura económica en un
contexto inédito para la sociedad venezolana luego de 15 años. El presidente
electo deberá ampliar los márgenes de la alianza política, recuperar los votos
que optaron por el candidato opositor y limar las incipientes asperezas que
comienzan tímidamente a surgir en el seno del chavismo. Las condiciones de
Maduro, puestas a prueba en estos últimos días, parecen indicar que la tarea
será posible. "Chávez te cumplimos, ganamos y seguimos", exclamó el
lunes el pueblo venezolano, un grito de triunfo que se festejó en toda
Latinoamérica.