La inundación: esta es la agenda más perentoria
sábado 06 de abril de 2013, 12:28h
Las tragedias socioambientales naturalmente estimulan
comportamientos que se repiten: la solidaridad de los ciudadanos, los pases de
facturas de ciertas dirigencias, el sensacionalismo superficial de algunos
medios, una inusitada convocatoria a expertos, etc. Se sucederán en estos días
imágenes dantescas, cifras, diagnósticos, responsabilidades al vacío y
auditorías de ocasión.
Nada de eso nos permitirá prever mejor y prepararnos para el
próximo desafío, siempre más cerca de una catástrofe mayor.
No es un designio inevitable, es sencillamente el resultado
de un sistema de creencias: los ciudadanos de la Ciudad y las ofertas políticas
de la Ciudad, viven con absoluta normalidad el hecho de que se pueda hacer una
razonable (incluso exitosa) carrera política sin involucrarse en los temas
urbanos.
La Ciudad, los ciudadanos y sus representantes se involucran
en encendidos debates sobre temas (sin duda interesantes, y valiosos), pero de
una ajenidad absoluta respecto de la dinámica urbana.
Cuestiones que deben ser consideradas en el debate público
...... sino fuera que desplazan hasta la inexistencia a las discusiones sobre la
Ciudad y su funcionamiento.
Y no hay posibilidad alguna de resolver un problema que no
se lo asume como tal.
No hay ninguna chance de destinar fondos, ensayar propuestas
técnicas, calificar recursos y movilizar actores sociales, para cuestiones que
han sido colocadas en un lugar de "irrelevancia". Hablar de pluviales y de
trincheras de servicios, de sistemas de alerta, de depósitos aliviadores y de
cintas verdes, es menos glamoroso que discutir los "grandes temas de la agenda
nacional", pero lo cierto es que pagamos la desidia de abandonar la política de
la vida cotidiana con la muerte de ciudadanos.
Argentina necesita de modo urgente una mirada sobre sus
Áreas Metropolitanas.
Lo que ocurrió en Buenos Aires y La Plata, puede replicarse
en hechos de similar gravedad en Rosario o en Resistencia-Corrientes o en Santa
Fe; esos centros urbanos necesitan un modelo de gobernabilidad y recursos y esa
conjunción no aflora con la bajante de las aguas, sino con la presión de los
ciudadanos y un cambio de sensibilidad en el sistema político.
Achacar de corrupción a cualquiera de los oficialismos
responsables, puede dejar (cada vez menos) un rédito coyuntural; pero el
verdadero compromiso político solo se verificará si en el proceso electoral los
candidatos le "otorgan" dimensión política a la agenda urbana: hasta cuándo la
ciudad puede seguir sin pensarse a sí misma? ¿Cómo se evita la aparición de un
cuarto cordón sobre el área metropolitana que incidirá muy negativamente en
este tipo de situaciones? Estas preguntas han sido ninguneadas por la mayoría
de los representantes públicos; asumirlas cabalmente es el único camino para
hacer una Ciudad más equitativa y sostenible.
Por Fabio Quetglas
Experto en desarrollo territorial- Master en gestión de
ciudades