La Destitución de Lugo: La Crónica y la Historia
martes 26 de junio de 2012, 04:19h
La crónica periodística registra que, en pocas horas, el
Congreso de Paraguay destituyó por una mayoría amplísima, 76 votos positivos
sobre un total de 80 en la Cámara de Diputados y 39 sufragios favorables sobre
45 posibles en el Senado, al Presidente Lugo. Las causales de la destitución
incluyen episodios graves, como la muerte de civiles y policías en
enfrentamientos durante una ocupación de tierras y, también, argumentos carentes de toda seriedad.
El proceso de la destitución respetó escrupulosamente
los preceptos normativos del proceso del
juicio político pero, sin dudas, puede ser objetada la celeridad del
procedimiento. (1)
Los hechos, como no podía ser de otra manera, tuvieron
amplia repercusión y fueron objeto de análisis variados. Por caso, es
interesante contrastar la opinión de dos académicos de la misma Universidad, la
UTDT, publicados en el mismo diario, La Nación, el domingo pasado. Allí, Juan
Tokatlián y Carlos Gervasoni presentan argumentos enfrentados: el de alertar
sobre el "auge del neo golpismo" frente al necesario respeto a una decisión
"desprolija pero constitucional".
Lo concreto es que, más allá de la interpretaciones,
Fernando Lugo es, por la decisión del Congreso, el primer Presidente paraguayo
destituido a través del juicio político, pero es pertinente analizar el caso a
la luz de la historia reciente.
En la segunda mitad del siglo pasado, la existencia de gobiernos autoritarios distinguieron la
historia política de los países de América del Sur y Paraguay fue, con la
dictadura de más de tres décadas de Stroessner, un caso emblemático.
Recién con la inauguración democrática en Argentina en 1983,
luego del trágico fin de la aventura de Malvinas, los países de la Región iniciaron
un camino, pleno de dificultades y no exento de retrocesos, hacia formas de
gobierno de cuño democrático. En el caso de Paraguay, como otros países vecinos
y a diferencia de la Argentina, la transición fue pactada y al dictador lo
sucedió el Jefe del Ejército que, a su vez, estaba relacionado familiarmente
con el dictador.
Ahora bien, que los golpes de estado en América Latina sean
una cosa del siglo pasado no significa que la estabilidad de los gobiernos
surgidos de elecciones esté asegurada. En efecto, desde 1992 son 14 los
Presidentes que, habiendo sido elegidos por los ciudadanos, no concluyeron sus mandatos. Peor aún, solo dos
de ellos, Collor de Mello en Brasil en 1992
y Carlos Andrés Pérez en Venezuela en1993, dejaron sus cargos luego de
que el Congreso avanzara en el camino del juicio político.
La historia reciente del Paraguay está también, desde la
salida del dictador, plena de zonas
oscuras que incluyen, entre otras, el asesinato del Vicepresidente en funciones, ex integrante de la Corte
Suprema, Julio M Argaña en Marzo de 1999; la renuncia del Presidente Raúl Cubas frente a un juicio político en
desarrollo luego de que francotiradores
dispararan contra manifestantes opositores ese mismo año; intentos de golpes de
estado encabezado por el sedicioso asilado en Argentina, en el gobierno del
Presidente Menem, General Lino Oviedo; designación por parte del Congreso
como Presidente del titular del Senado, Luis González Macchi -que superó tres
intentos de juicio político, uno de ellos por "terrorismo de estado"- y
posterior elección popular de un vicepresidente, J L Franco, candidato de un partido opositor y las
denuncias de intento de envenenamiento del Presidente Nicanor Duarte Frutos en
el 2007.
Los sucesos recientes en Paraguay deben permitirnos extraer
enseñanzas:
- La sucesión en los
regímenes de "partido hegemónico" requieren de amplias coaliciones políticas.
En Paraguay, en la práctica, una misma fuerza política gobernó el país desde
Stroessner hasta la asunción del Presidente Lugo.
- La construcción democrática requiere, además de
ejemplaridad de los gobernantes, instituciones en el sistema político -
verbigracia partidos políticos- aptas para mediar en sociedades acuciadas por
demandas de igualdad de oportunidades históricamente desoídas.
- Es necesario saber distinguir la estabilidad del sistema
democrático, en tanto régimen, de la de los Presidentes. En un sistema
democrático de tipo presidencialista, como el que rige en todos los países de
América Latina, los integrantes de los
Poderes Ejecutivo y Legislativos son todos resultados de elecciones de los
ciudadanos.
- Algunos países de América Latina, por la debilidad de su
sistema de partidos, son más vulnerables que otros a las tensiones políticas y
sociales, especialmente en situaciones de crisis económicas
Y para nosotros en Argentina es conveniente tener presente,
como afirma Aníbal Pérez-Liñan en su ensayo Juicio Político y Nueva
Inestabilidad Política en América Latina, que "la fuerza de la presidencia
ganada a costa de las debilidades de otras instituciones no es garantía de
supervivencia política en tiempos difíciles"