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La Reina Sofía, una mujer conciliadora

La Reina Sofía, una mujer conciliadora

¿Quién no sabe de la sensibilidad de la Reina para con los más desfavorecidos, para con los que sufren, para con los que viven en lugares remotos sin lo básico -agua, luz, comida-, para con las mujeres discriminadas en función de su sexo, para con los enfermos, para con los niños y mayores?.

   A estas alturas creo que todos y cada uno de nosotros tenemos un retrato bastante aproximado de Doña Sofía, tanto a  nivel personal como profesional. Si una imagen vale más que mil palabras la suya es la de una persona serena, intuitiva, que se toma en serio su trabajo, que se desvive por su familia, en definitiva una abuela feliz, como hay millones.

   Desconocíamos eso sí, algunos pequeños detalles, como que acostumbra a andar descalza por palacio o con unos gruesos calcetines de lana. Qué siendo vegetariana como es, ha convencido a Don Juan para que cene fruta, mientras ven la televisión arrellanados en el sofá. Son detalles que van desgranando en sus respectivas biografías sobre la Reina, tres periodistas de prestigio: Carmen Henríquez y Emilio Oliva, que durante años le han seguido por tierra, mar y aire, y Pilar Urbano, que ya escribió un magnifico libro hace 13 años y ahora un segundo porque son muchas las cosas que han cambiado en palacio en este tiempo: las bodas de sus hijas y la posterior separación de Doña Elena, el matrimonio del Príncipe Felipe con Leticia Ortiz.

   Una mujer que ha sabido ganarse a la Reina porque al igual que le ocurrió a Doña Sofía cuando llegó por primera vez a España, ha tenido mucho que aprender, entre otras cosas y quizá lo más duro, aceptar las criticas de quiénes se niegan a comprender lo difícil que ha debido ser para una joven periodista -acostumbrada a vivir con total libertad, amante de su trabajo-, someterse al escrutinio diario de sus propios compañeros y de gente que por venir de donde viene nunca le van a dar su beneplácito.

No elude la Reina preguntas que pertenecen a su ámbito privado, y no lo hace porque a sus 70 años -que cumplirá el próximo día 2 de noviembre-, se encuentra lo suficientemente segura de sí misma como para no tener que ocultar lo que piensa sobre su ex yerno D. Jaime de Marichalar, sobre sus hijas las Infantas Elena y Cristina, tan distintas, o sobre su nuera, a la que se siente muy unida y con necesidad de protegerla y ayudarla en la difícil tarea de ser Princesa de Asturias, esposa y madre.

   La madurez le sienta bien a la Reina, y no es el titulo de una comedia, o de un libro de ficción, es simplemente que Doña Sofía ha sabido aceptar el paso del tiempo, adaptarse a los nuevos, a hacer suyas algunas normas que nunca se hubiera atrevido a saltarse en su día, pero que en pleno siglo XXI, le parecen la cosa más normal del mundo. ¿Y todo por qué? Porque el mundo ha cambiado una barbaridad, y si las monarquías quieren sobrevivir deberán adaptarse con naturalidad y sin algarabías.
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