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La cadena de éxitos de Newman; la implacable competencia

La cadena de éxitos de Newman; la implacable competencia

Murió Paul Newman uno de los más grandes actores de todos los tiempos de Hollywood

Pero, desde 1962 en adelante, Newman va encadenando un éxito tras otro, en títulos destacados como Dulce pájaro de juventud (Nueva adaptación de Tennessee Williams que supone para Newman reencontrarse con el gran director y guionista Richard Brooks, y que pese a las imposiciones de la censura norteamericana para con el texto original le permite ofrecer una de sus mejores interpretaciones, sin desmerecer a sus compañeros de cast -entre los que sobresalen Shirley Knight, Geraldine Page y Ed Begley-).

Cuando se tienen veinte años (De nuevo a las órdenes de Ritt en una de sus colaboraciones más famosas, donde el actor comparte protagonismo con Richard Beymer), Hud (1963, de nuevo bajo las órdenes de Martin Ritt y acompañado de los consagrados Patricia Neal y Melvyn Douglas en un drama psicológico enclavado en un ambiente rural y enmarcado en el mundo de los perdedores que tiene alcance), Samantha (Comedia ligera dirigida por Melville Shavelson donde vuelve a coincidir con su ya esposa Joanne Woodward, y con una estupenda Thelma Ritter en esta especie de versión del clásico de Vincente Minnelli Mi desconfiada esposa (1958), El premio (Cine de intriga claramente influenciado por el estilo de Alfred Hitchcock basado a su vez en un best seller de la época, realizado por Mark Robson y co-protagonizado por una deliciosa Elke Sommer) y Cuatro confesiones (de nuevo con Martin Ritt y con un completo reparto encabezado por Edward G. Robinson, Laurence Harvey y Claire Bloom, versionaba el clásico de Akira Kurosawa Rashomon con resultados globales netamente inferiores).

Su consagración definitiva como estrella de Hollywood se da en 1966 con su participación en una superproducción de cine negro que hace historia: Harper, detective privado (de Jack Smight supone una renovación formal y estilística de un género ya en decadencia pero que este film actualiza y reinventa -e inicia un subgénero que recoge Frank Sinatra en su trilogía sobre el detective Tony Rome en Hampa dorada, El detective y La mujer de cemento-, es uno de los films más taquilleros del año en medio mundo, y la crítica internacional arropa un film brillante que contaba tambien con Lauren Bacall, Shelley Winters, Janet Leigh, Arthur Hill, Robert Wagner, Julie Harris... Ese mismo año, Newman rueda su único film con Alfred Hitchcock: Cortina rasgada, al lado de Julie Andrews, que supone un fracaso comercial bastante inmerecido y que cuenta una interesante trama al hilo de la Guerra Fría.

De aquí en adelante, la carrera del actor se consolida con películas de renombre y otras menos logradas pero de buena acogida: Un hombre de Martin Ritt (western psicológico donde Newman tiene un inolvidable duelo interpretativo con Fredric March y Richard Boone), La leyenda del indomable de Stuart Rosenberg (primer título del actor con este director, que será uno de sus talismanes en los 70, y todo un clásico del género carcelario de todos los tiempos, donde el actor queda inmortalizado para la Historia del cine junto a George Kennedy, Jo Van Fleet o Strother Martin), Rachel, Rachel (que supone su debut en la dirección, y una de las mejores radiografías de la condición femenina en la Norteamerica profunda, y otorga a Joanne Woodward una de sus mejores creaciones), Dos hombres y un destino de George Roy Hill (primera reunión de Newman con este director y con Robert Redford para uno de los films clave de los 60 que revisitaba e innovaba en el western crepuscular y lograba uno de los mayores taquillazos de la década, suponía el descubrimiento de la malograda Katharine Ross y arrasaba en la entrega de los Oscar), 300 millas de James Goldstone (reuniéndose de nuevo con su esposa en un film de carreras de coches que se apuntaba a la moda iniciada desde Aquellos chalados en sus locos cacharros en 1963 o La carrera del siglo en 1964), Comando secreto de Jack Smight (mediocrillo thriller británico donde Newman sale airoso junto a Andrew Duggan y Sylva Koscino frente a un guión bastante flojo), Un hombre de hoy de Stuart Rosenberg (su peor película pese a trabajar con su esposa y la inevitable química entre ambos), Casta invencible (su segundo film como realizador, logrado drama familiar con los rostros de Henry Fonda, Lee Remick, el hoy olvidado Michael Sarrazin y el propio Newman), El juez de la horca de John Huston (en su primer encuentro con este enorme director, en un remake de la legendaria y magistral El forastero de William Wyler de 1940, en compañía de una madura pero todavía sabrosa Ava Gardner), Los indeseables de Stuart Rosenberg (western otoñal infravalorado por la crítica, donde Newman trabajaba con Wayne Robson y Lee Marvin en un film luego imitado hasta la saciedad), El golpe de George Roy Hill (que supone la segunda película de Newman-Redford y todo un fenómeno social en el momento de su estreno, basado en una obra teatral de prestigio), y El hombre de Mackintosh de John Huston (thriller casi británico no maravilloso pero redimido por la actuación de Newman, James Mason y la fascinante Dominique Sanda). Punto y aparte merece su tercera película detrás de las cámaras: El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas, de nuevo con Joanne Woodward como protagonista absoluta, supone el reconocimiento de crítica y público a nivel internacional y su entrada en la Historia del séptimo arte en labores de autoría.

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