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Canapero

La Cernu inaugura los ‘cumpleaños de julio’

De las damas no se dice la edad, por mucho que entren en una cifra de dos dígitos que termina en cero. Y, además, a Pilar Cernuda nadie la echaría un día más de los diez años menos de su edad real que representa (así que póngase usted a adivinar tras este galimatías que le propongo). Para colmo, está en plena actividad –hiperactividad, dicen sus enemigos—profesional y, dicen, intelectual, sale en las teles, habla en la radio, escribe en los periódicos, da charletas y conferencias y hasta tiene tiempo para escribir algún libro que otro. Bueno, pues esa misma Cernu, una de las periodistas más conocidas –y yo creo que valoradas—del país, es la que ofreció a más de doscientos canaperos en potencia –incluída la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre—una fiesta de cumpleaños en las instalaciones de Naturavila, lindando con un precioso campo de golf y al lado, justo al lado, del hotel semicampestre y de cinco Stars (Fontecruz) donde el antipático Bob Dylan pernoctaba aquella noche tras un concierto en Hoyos del Espino, donde no permitió que le tomaran una sola imagen. 

Una, la verdad, prefirió el guateque de la Cernu que el recital de Dylan y Amaral. Primero, por el marco incomparable y todo eso. Segundo, porque, con todas sus cosas –quién no las tiene--, la Cernu es la Cernu, y cumplía edad provecta. Y tercero, por la compañía. Las viandas no fueron muy abundantes, la verdad, en buena parte porque quien suscribe llegó algo tarde y los canaperos anticipados –Javier Ferrari, Román Cendoya y gentes así—ya se habían puesto morados cuando llegamos los rezagados y rezagadas. Pero, ah, el calor de las viejas amistades, los cotilleos entre colegas, ah, el poner a parir al ausente mientras cae sobre tu cabeza el frescor de la noche abulense…

Por allí vimos, cómo no, al jefe Jáuregui, tratando de abrirse paso, inútilmente, hacia una cazuelita de patatas revolcones; y a Raúl del Pozo, sentado cual patriarca junto a Miguel Larrea y a nuestra colaboradora Rosa Villacastín, señora de Larrea. Y a Juan Pablo Colmenarejo y a su maravillosa azafata, que dicen que anda por esos cielos de Dios entrenando para ganar al mus en el próximo campeonato de diariocrítico. Vimos a Carlos Alsina, el que fabrica las noches de Onda Cero. Y a Joaquín Bardavío, que también tiene mucho que ver con este periódico, y a Ana Vaca de Osma, de Efe, y a Manuel Cacho, que se nos va a Cuba de embajador, y a José Cuenca, que es el embajador preferido de este canapero y que ahora se dedica a escribir libros con soberbia y riquísima prosa, junto a su mujer, Carmen, que ha escrito el libro sobre protocolo más completo  que conozco. Y por allí andaba Toni Asunción, el ex ministro que tuvo el coraje y los santos esos de dimitir cuando se escapó Roldán; magnífico Asunción, que sigue siendo feliz en su Valencia. Y vimos a Miguel Arias Cañete, tratando, como su compañero de colegio el Jáuregui, de capturar alguna vianda en medio de la bullicie, que es palabro adecuado a lo que por allí había. Y Soraya Sáez de Santamaría, con su marido, que es igual de campechano y a quien esta canapera no conocía. 

Seguro que olvido y olvida a muchos y muchas, como Luis Figuerola-Ferretti y su hermana Paloma, o Nuria Vilanova, o al embajador de la República Dominicana, que yo ví cómo le regalaba un puro al jefe, en presencia de Román Cendoya. No quiero olvidar a Queca Campillo, ni a Curri Valenzuela, ni a Esther Esteban, ni a Raúl Heras y Margui, su guapa señora, ni a Juanjo Güemes, que estos días ha salido tanto en los periódicos y es un chico encantador y guapíííísssimo, a juicio de esta canapera. Y sigo olvidando a muchos –claro que estaban los hermanos de Cernu, y hasta algún primo, y varias compañeras de colegio en Vigo-- , porque allí todos éramos amigos, así que perdón a los no citados, pero es lo que tienen las limitaciones de espacio y de memoria. La nota simpática la ponían los dos hijos gemelos (como dos gotas de agua, oiga) de Olaya Cernuda, cibernética y maravillosa sobrina de Pilar: pobrecilla, con esas dos fieras de cinco años en casa… 

En fin, que la cosa estuvo bien, que hubo bailongo hasta la madrugada –destacaron la Valenzuela y la propia Cernu--, bastantes copas –casi todos, para no incurrir en las iras de Pere Navarro, se quedaron a dormir por los alrededores, a ver si caía un autógrafo del antipático Dylan—y me dicen que hasta unos canapés atractivos: cazuelitas de ensalada campera, de ensaladilla rusa, de choricitos, de patatas revolconas, pescadito frito a la abulense… 

Que no se me olvide: felicidades, Cernu, por ese cumpleaños tan redondo, aunque pareces diez –o quince—años más joven. Que Dios te siga dando salud, trabajo y el afecto de tus amigos. Aquí, en Diariocrítico.com, se te quiere. Por cierto que la canapera se enteró de otras próximas fiestas de cumpleaños, de un campeonato de mus al aire libre (lo ganará Elvira Rodríguez, seguro), de la inminente celebración de unas bodas de plata y hasta asistió a una pelea conyugal porque alguien que yo me sé, un colega querido pero algo cascarrabias, se resiste a celebrar una fiesta por su sesenta cumpleaños. Bueno, es que no quiere ni reconocer que está a punto de entrar en esa hermosa década dorada, de la que esta canapera, afortunadamente, está aún lejos.
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