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Señoras y señoros

Puestos a decir bobadas, todas y todos estamos capacitados para deslizar la nuestra. Por la boca muere el pez (y la peza), que dice el refrán castellano. Y nadie está libre de tener un día tontorrón (o tontorrona). Que se lo digan a la ministra de Igualdad, que seguramente cargada de buena intención, tuvo un lapsus por el que le han llovido las críticas (y los críticos). Las musas (y musos) se despistaron, y ¡zas!, saltó el gazapo (y la gazapa).

Puestos a ponernos estupendos (y estupendas), hay muchas palabras de uso cotidiano que podrían darse un baño de igualdad. Por ejemplo, ¿qué diferencia a un asistente de una asistenta? Obvio: la fregona. ¿Porqué un secretario es un señor importante, y una secretaria es la señorita que coge el teléfono? (ya sé que en realidad hacen mucho más, pero hablamos de tópicos). Son sólo dos casos en que el género cambia el matiz de la palabra. Y hay otros donde el masculino, simplemente, se omite: hay policías pero no policíos; los alcaldes no compiten con las alcaldas, ni los periodistas y periodistos caminan juntos hacia un mañana mejor. Por supuesto, curas y curos quedan fuera de juego porque la Iglesia, hoy por hoy, no admite el sacerdocio femenino. Y a las mujeres futbolistas no se le oponen los futbolistos, aunque a algunos jugadores les iría el palabro como traje a medida.

La llegada de la ministra Bibiana Aído –autora de la polémica de los últimos días- fue recibida con sorpresa y también con expectación: por su juventud, por la novedad de su cargo, y por la importancia que muchos (y muchas) damos a la materia de que se ocupa. Detalles que la rodean –según cuentan quienes trabajan cerca, su jefa de gabinete, con rastas incluidas, es lo más alejado a la imagen tradicional que se tiene de un alto funcionario- aportaban al personaje (o personaja) un aire de frescura muy reconfortante. Ojalá la bobadita de las miembras no pase de una anécdota a olvidar pronto; convendría evitar que algunos miembros, que además son auténticos finstros, lo conviertan en un arma permanente contra su autora.
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