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Cuando salí de Cuba

Algo se mueve en Cuba. Aunque simbólicas, las tímidas reformas anunciadas por el Gobierno de Raúl Castro son seguidas con escepticismo y esperanza a partes iguales por los 8.792 cubanos residentes en la Comunidad. Sobre todo, anhelan reformas en la política de emigración que ha supuesto para muchos de ellos la pérdida de su nacionalidad, sus propiedades e incluso la tutela de sus hijos.
El pasado 19 de febrero la comunidad cubana en Madrid despertaba sorprendida por un acontecimiento que quedará grabado en la historia de la isla. Al otro lado del Atlántico, el diario Granma publicaba la renuncia de Fidel Castro, tras 49 años en el poder, a la Presidencia del país. Apenas cinco días después la Asamblea Nacional de Cuba designaba Presidente a Raúl Castro, que ocupaba el cargo interinamente desde julio de 2006, debido a las graves dolencias intestinales que aquejan a su hermano.

Desde entonces, el goteo de rumores, cábalas y tímidas reformas que amplifican los medios de comunicación, es recibido con precaución por los ya desengañados y con cierto interés por los que aún confían en una mejora para la situación de los emigrantes. Y es que, aunque estos 'madrileños del caribe' no esperan grandes cambios en su país natal, sí barajan que se produzcan ciertas concesiones, como aumentar su estancia máxima en el exterior o flexibilizar los permisos de salida, especialmente para los menores. Cambios que tendrían una repercusión importante en la vida de los cubanos afincados en la región.

Los teléfonos de ONG's, revistas y asociaciones políticas y culturales de cubanos en Madrid no han cesado de sonar tras la renuncia de Fidel. Muchos cubanos, pero también madrileños interesados en viajar al país, buscan en estos colectivos una información que a veces no pueden encontrar en las instituciones oficiales. Y es que parece que es más fácil hablar del régimen, lejos del régimen. "Aquí la gente habla más. En Cuba la gente ni habla del asunto. Es un silencio hasta raro ante una situación histórica sin precedentes", señalan desde la ONG Puente Familiar con Cuba. "La gente que vive aquí en Madrid intenta informar a sus familiares en Cuba, que suelen estar menos informados que nosotros y nos piden a nosotros que actuemos como trasmisores", añaden.

Las esperanzas de la comunidad cubana en Madrid se cifran ahora en un cambio de las políticas migratorias. Su partida tiene una consecuencia, poco conocida en España pero de profunda repercusión en la vida de estos ciudadanos. Si su ausencia de la isla se prolonga más allá de los 11 meses pierden la ciudadanía, sus propiedades en el país e incluso la patria potestad sobre sus hijos. “Mis hijos en Cuba eran potestad mía, pero cuando quieres salir descubres que en realidad son del Estado”, se lamenta Luis Manuel García, escritor cubano residente en Madrid. Aseguran que es muy difícil para un menor abandonar la isla y que una vez que sus padres parten, quedan bajo tutela estatal.

Luis Manuel, que además es redactor jefe de la revista Encuentro de la Cultura Cubana, asegura que detrás de esta medida se oculta un ánimo de lucro del régimen de Fidel Castro a costa de los emigrantes. “Esta medida significa dinero para el Gobierno -explica- es como si alquilaran a los cubanos. Cuando un cubano está un mes fuera paga al Estado 40 euros, por lo que al finalizar los 11 meses han pagado 440. Aprovechan el hecho de que, al existir un límite, mantienen la perspectiva de volver a Cuba.”. Por ello, asegura que no es una buena noticia la posible extensión del permiso a los 24 meses que ha anunciado Raul Castro. “Sólo estira el dinero que va a ganar el Gobierno”, concluye.

Según la propia documentación de la Embajada cubana en España, tres son las maneras en las que un cubano puede partir de la isla. La primera es pedir el permiso de salida definitiva, es decir, declararse emigrante, lo que implica la pérdida de ciudadanía, propiedades, tutelas y el no poder regresar. La segunda, casarse con un extranjero y obtener el Permiso de Residencia Exterior, tras una entrevista con la administración consular y una investigación para recibir el visto bueno de las autoridades. Y por último, obtener el consabido permiso de salida al exterior (PVE) pagando 40 euros durante 11 meses.

Sin embargo, no todo es pesimismo frente al cambio. En Puente Familiar con Cuba afirman que, aunque desde la desconfianza en los cambios que suponen “50 años de inmovilismo", “la gente está a la espera, añora cambios y libertades como ser humano”. Y creen que pronto " dejará de privarse a los emigrantes, que son fuente de divisas y de riqueza nacional, de la patria potestad y de sus propiedades en usufructo".

Luis Manuel García se atreve a  profetizar incluso otro tipo de transformaciones. “Raúl Castro tiene en mente cambios y aperturas económicas. Pero Cuba no es China y la apertura económica tenderá a desembocar en una apertura paulatina del régimen político.” Andrés González, que tras 41 años en España ya no tiene en Cuba "nada ni a nadie, salvo a mis difuntos", confiesa que para él cualquier cambio llegará tarde. Los demás seguirán con una mezcla de esperanza soterrada por la fuerza de la costumbre las noticias que desde el Caribe arriben a las riberas del Manzanares.
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