Hipocresía olímpica

Vamos progresando. En la era de Internet, las televisiones por satélite, la globalización y la instantaneidad informativa, el Parlamento Europeo acaba de enterarse de que  el  Tibet  está ocupado por tropas de la China comunista. Exactamente desde hace 58 años.Pero ha sido ahora, en puertas de la celebración de los Juegos cuando la llama olímpica está dando la vuelta al mundo, cuando los representantes de una veintena de países (entre ellos el nuestro)  que llevan años hinchándose a hacer negocios con China  han descubierto que el régimen de Beijing es una dictadura.

Han visto a Richard Gere en la televisión junto al  exiliado Dalai Lama (jefe de un Estado teocrático, no democrático) y sus conciencias han despertado.... un poquito .Lo justo para salvar la cara. Nada de interrumpir el gran negocio comercial con China (el mayor mercado del mundo: mil trescientos millones de consumidores), no, eso no. ¿Por qué? Pues porque siendo lo congruente, resultaría ruinoso.

Aquí, de lo que se trata, es de salvar la cara. Que haya Juegos, pero con pataleta occidental  y  sin  ceremonia inaugural. El juego de las hipocresías. Juego en el que de momento ya tenemos alganador de la primera medalla: Gordon Brown, primer ministro de la Gran Bretaña, el país que en 1904 invadió y ocupó el Tibet aplastando militarmente a los tibetanos. Lo mismo que cincuenta años después hicieron los chinos a las ordenes de Mao. No se recuerda que el rey o la reina de Inglaterra haya pedido perdón a los tibetanos y al  Dalai Lama por aquella violación de la legalidad internacional. Todavía está a tiempo Londres para predicar con el ejemplo.