Sara García Ruiz

Sara García Ruiz, diputada electa por Murcia (PSOE)
Una de las diputadas más jóvenes

Nacida el 2 de mayo de 1981 en Cartagena (Murcia)

Ingeniera de Telecomunicaciones, ingeniera de Sistemas. Es miembro del Comité Regional del PSOE de Murcia y de la Ejecutiva de la agrupación local. Forma parte del Consejo Social de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT).

Es una de las diputadas más jóvenes del Congreso; una de las dos a las que Rodríguez Zapatero felicitó y dio ánimos el mismo día de la constitución de las nuevas Cortes Generales. Militante de las Juventudes Socialistas y del PSOE desde 1997 -con 18 años recién cumplidos-, Sara está soltera, pero por poco tiempo: se casa dentro de unos meses con su novio desde hace 12 años, ingeniero como ella, y como ella militante socialista.

         Antes de recoger el acta, trabajaba -ahora se encuentra en excedencia especial- en una empresa de ingeniería relacionada con la Defensa. No olvidemos que Cartagena tiene astilleros navales, que es una importan base de la Armada española. “Estaba muy bien trabajando, porque en Murcia hay un poco de problemas con el empleo. Allí no somos mileuristas, sino ochocentistas, y mi trabajo era muy bueno. Pero…”.

         … Pero es que Sara tiene una pasión: “La política en serio”, aunque detesta el “politiqueo”. Dice que le duele cuando en su Cartagena natal se cruza con gente por la calle que le pregunta con desgana y recelo: “¿Pero sigues metida en política?”. Y es que Sara, que “desde pequeña me hervía la sangre con la política”, no cree que los jóvenes -como dicen los más viejos del lugar- sean ‘pasotas’, sino que huyen de ese ‘politiqueo’ con el que algunos han querido sustituir la ‘rex publica’.

         A Sara ya se le detectaban sus actitudes desde pequeña, cuando en el colegio, y luego en el instituto, se había convertido en una especie de niña reivindicativa que protestaba por todo lo que entonces consideraba injusto. Podría decirse que era el ‘terror de los profesores’, y con razón, o con razones. Y, así, a los diez años, allá por 1990, escribió a ‘Cartas al Director’, de La Verdad, de Murcia, porque “se metía con Felipe González”, entonces presidente del Gobierno. “Yo le decía que gracias a Felipe González yo podía ir a un colegio público, que mis abuelos podían cobrar sus pensiones y un largo etcétera. Me respondieron que sí, que en fin, que todos habíamos sido jóvenes y con no un sé qué de ‘cara al sol’”.

         Con este desarrollo temprano habría quien pensar que Sara provenía de una familia de políticos, o de militantes en lo político. Pero nada más lejos de la realidad. Es la suya una familia de artistas, de la que habla con pasión: “Tengo tres tíos por parte de madre que son unos auténticos artistas. Uno es un importante y reconocido fotógrafo, Moisés Ruiz, que cree en la fotografía como arte y que ha montado varias exposiciones. Los otros dos son músicos: uno es muy bohemio, trabaja de conserje, pero se fue con un grupo a conocer mundo. El otro trabaja en la Universidad de Valencia, pero compone música para la radio, para documentales, etcétera”.

         Ella salió, no obstante, más “devoradora de libros” y amante de la naturaleza. ¿Qué te llevarías a una isla desierta? Responde sin dudar –algo sorprendente-: “El Quijote”. Claro, como es tan gordo. Pero el libro que más le ha sorprendido es “La sombra del viento”, la primera novela para adultos de Carlos Ruiz Zafón, con ocho millones de ejemplares vendidos.

         Por otro lado, lejos de la literatura, a Sara le encanta el mar y la sierra -veranea en el Mar Menor en la zona del Segura, y su familia tiene un chalecito que, naturalmente, disfruta ella-. Y además practica el montañismo.

         Pocas travesuras definen la infancia y adolescencia de Sara, o no las confiesa: “Bueno, alguna mentirijilla…, creo”, porque, en el fondo, parece que sintió el aguijonazo de la responsabilidad.

         Pero hay un dato desconocido que no deja de tener su ternura: de estudiante trabajó de camarera durante tres años -entre los 21 y los 23- en una discoteca, antes de ejercer como ingeniera. Ahora tendrá que oír otra ‘música’: la del ‘liro-liro’ que en todas las dependencias del Congreso de los Diputados anuncia que hay que ir al hemiciclo porque se inicia la sesión, o porque hay que votar.