Los comentarios que no se escribirán

Este espacio estaba reservado para un gran periodista chileno que comenzaría en estos días a colaborar con la edición chilena de diariocrítico.com. Pero pese a sus promesas de escribir su primer artículo, resolvió -sin decírselo a nadie- terminar con su vida. Y así lo hizo en la tarde del jueves.

La noticia me impactó de tal forma, que me dejó paralizado. El nombre de Jorge Uribe Navarrete ya no aparecerá en esta columna de opinólogos.

Uribe tuvo la sensibilidad y la fragilidad de los grandes periodistas, que siempre muestran al mundo un rostro adusto y hasta soberbio. No medía sus calificativos cuando algo le parecía mal, pero era tremendamente emotivo. En los últimos años se alejó de todos sus amigos, dejó su trabajo en la Universidad y redujo casi a cero sus colaboraciones en El Excelsior de México. Se aisló al extremo.

De vez en cuando uno se preguntaba qué había sido de Uribe. Se cambió de casa y renovó sus números de teléfono. Encontró el amor y se ilusionó como un adolescente con la imagen de una de sus alumnas, su última compañera.

En el último mes del año Uribe volvió. Se dejó ver nuevamente, concurrió a las tertulias de los viejos periodistas que están siempre pensando en un nuevo proyecto. Les contó a todos que yo le había pedido que escribiera unas columnas, y se sonreía entre satisfecho y burlón. Anunció que su primera columna iba a ser sobre las elecciones en Estados Unidos, y además quería meterse con el régimen de Chávez en Venezuela.

Uribe fue corresponsal de guerra, estuvo en varios países del Medio Oriente, después se trasladó a América Central y entrevistó a decenas de combatientes de un lado y otro.

Semanas antes de morir se empeñó en mejorar las relaciones con su hijo, al que impidió casi por la fuerza que fuera periodista. ¿Producto de su depresión, de su gravísima desilusión con el periodismo? Algo de todo. Ritual y metódico, se despidió -sin decirlo- de muchos de sus amigos. Y puso el punto final a la crónica de su vida de una manera categórica.

Los comentarios de Jorge Uribe no aparecerán jamás en este espacio. Pero su huella como profesional nos seguirá acompañando.

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Leonardo Cáceres
Periodista