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Al César lo que es del César

Al César lo que es del César

La reciente manifestación en pro y defensa de la familia en la que participaron más de cuarenta obispos está marcando un antes y un después no sólo en las relaciones ente la Iglesia y el Estado, sino entre la Iglesia y la sociedad misma.

   Esa manifestación celebrada en otro momento, es decir fuera de la campaña electoral, habría tenido sin duda una respuesta distinta por parte de los partidos políticos y de la propia sociedad, pero celebrada en pleno proceso electoral, se ha convertido en motivo de controversia y debate.

   Vaya por delante que en mi opinión la Iglesia ¡faltaría más! tiene todo el derecho de manifestarse y opinar libremente sobre lo divino y lo humano, pero cuando los obispos hablan de lo 'humano' es decir, cuando cuestionan la manera de gobernar de un gobierno, entonces los obispos tienen que estar preparados para que a sus críticas se les responda con otras críticas. Y eso es ni más ni menos lo que está pasando, sólo que insisto en que estamos en campaña electoral, las criticas y sus réplicas están adquiriendo especial virulencia.

   A mí me parece que uno de los grandes logros de las sociedades democráticas occidentales es precisamente la meridiana separación entre el Estado y la Iglesia. Un Estado aconfesional, y si me apuran laico, es una garantía para todos los ciudadanos, incluidos los creyentes de cualquier religión.

   Las sociedades teocráticas se han quedado instaladas en el pasado, no avanzan, y además son un caldo de cultivo para el fanatismo. Lo estamos viendo todos los días en los países musulmanes. De manera que no me parece que ese sea el modelo de sociedad que queremos.

   Es evidente que la Iglesia ha ido perdiendo influencia entre sus propios feligreses, y que hoy muchos ciudadanos que se declaran y sienten católicos no siguen a pies juntillas sus recomendaciones. Pero diría algo más, y es que esas leyes, como el matrimonio entre homoxesuales, por no ir más lejos, o la despenalizaicón del aborto, no han sido ni serán modificadas por un gobierno del PP en caso de que gane las elecciones, de manera que ¿de qué estamos hablando?.

   La Iglesia ha perdido su influencia política en la sociedad y no será por la vía del enfrentamiento como la recupere. Es más, los obispos no imaginan la cantidad de votantes que han movilizado estos días en favor del PSOE. Gente que pensaba en la abstención y que de repente se ha topado con unos obispos a los que siente beligerantes políticamente, de manera que como no quieren volver a la España del pasado, han decidido votar de nuevo al PSOE.

   La manifestación en pro de la familia ha hecho más por Zapatero de lo que nadie puede imaginar. Demos a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, por lo tanto defendamos uno de los fundamentos de la sociedad occidental en la que tan confortablemente vivimos: la separación absoluta entre Iglesia y Estado. Y si no que pregunten a Mariano Rajoy si piensa derogar alguna de las leyes socialistas que tanto irritan a la Conferencia Episcopal.
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