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Un solo polo de poder político

Un solo polo de poder político

   La elección de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta argentina se concretó el domingo en los márgenes previstos reiteradamente, y junto a la derrota opositora por márgenes muy amplios dejó al país con un solo polo de poder político y una dispersión de fuerzas que, en lo inmediato, no parece tener oportunidad de condicionar al oficialismo.

   La jornada electoral ratificó a Argentina como país cuya mayoría inmensa gusta navegar en opciones políticas que se podrían llamar centristas y dominadas principalmente por el peronismo, en tanto la izquierda quedó arrinconada en sus niveles mínimos que ya parecen invariables y la derecha vivió un gran retroceso, después de que en la primera mitad del año parecía en condiciones de avanzar, dado el triunfo en la capital del país con Mauricio Macri.

   Así como la candidata oficialista triunfó montada sobre el crecimiento económico de casi 50 por ciento en cuatro años de gestión, las dos fuerzas que la siguieron a más de 20 puntos de distancia basaron su campaña en la promesa de una serie de correcciones y algunas denuncias agudas contra el gobierno pero, en verdad, sin anunciar un cambio profundo de modelo.

   Así, en trazo grueso, se puede asegurar que casi 85 por ciento de los electores votó directa o indirectamente por una continuidad del modelo económico actual.

   Los Kirchner, el que deja la presidencia y la que la asumirá el 10 de diciembre, vieron crecer fuertemente su poder. No es una novedad absoluta, pero conviene recordar que hace apenas 4 años Néstor Kirchner llegaba a la presidencia con 22 por ciento de sufragios, al frustrarse la segunda vuelta por la deserción de Carlos Menem.

   Quizá la estrella política de la jornada sea, detrás de la pareja presidencial, el gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, distrito principal del país, Daniel Scioli, el ex motonauta que era hasta ahora vicepresidente y que arrolló en ese estado con 52 por ciento.

   Si bien Argentina, en los últimos años, parece ser un terreno propicio para que las figuras crezcan a velocidad astronómica y a esa misma velocidad queden destruidas y olvidadas, un mapa preciso del poder político del país deberá incluir de ahora en más a Daniel Scioli, dentro del peronismo y fuera de él.

   La segunda más votada, Elisa Carrió, ex dirigente radical, quien había anunciado su retiro de la actividad si no llegaba esta vez a la presidencia, triunfó sin embargo en algunos distritos, por ejemplo la capital del país, y tuvo un desempeño notable en otros centros urbanos, lo que reabre su futuro político y la deja también como referencia obligada.

   El avance del escrutinio debe ratificar una presunción que dominaba en las primeras horas del lunes: el oficialismo verá consolidado su poder en el Congreso y podrá llevar un período de gestión holgado en ese punto, mientras la oposición, incluida Carrió, deben partir de una evidencia, cual es que no pudieron siquiera llevar a Cristina Kirchner a segunda vuelta.

   El jefe de gobierno electo de Buenos Aires, Mauricio Macri, no quiso tomar el riesgo de apoyar al candidato presidencial con el cual más se identificaba, Ricardo López Murphy, quien hizo una elección desastrosa –menos de 2 por ciento-. Sus candidatos a legisladores en la capital argentina recibieron apenas un cuarto del millón de votos que Macri consiguió hace 90 días.

   Sale de las urnas un mensaje de continuidad del modelo económico, un crecimiento ostensible que tiene costos y tensiones, que según la oposición está lleno de riesgos y desvíos y que no enfocó el problema de fondo del país, la distribución absolutamente desigual de la riqueza.

   En su primer discurso como presidenta electa, Cristina Fernández reivindicó todo lo hecho por su esposo y prometió seguir la misma línea: es exactamente lo que la gran mayoría del país votó
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