La violencia irrumpió en la agenda en los últimos días de campaña

La campaña venía transcurriendo casi anodina, sin golpes de escena, con resultados aparentemente previsibles y sólo algunas definiciones fuertes de algunos candidatos opositores, que sin embargo no lograban conmover al equipo que trabaja para que Cristina Kirchner sea la sucesora de su esposo, Néstor.

Como en tantos países desarrollados y de desarrollo intermedio o bajo, el tema de la inseguridad y la delincuencia es determinante para la clase media, que en Argentina es numerosa e influye fuertemente en las tendencias políticas. Los humores de esa clase, su reflejo contínuo en los medios de comunicación, sus tomas de posición y sus reclamos son considerados al momento de definir una agenda política.

La totalidad de las encuestas preanuncian el triunfo de la senadora Cristina Fernández, con pocas dudas acerca de que lo logrará en primera vuelta, el domingo 28, cuando necesitará 45 por ciento más un voto o al menos 40 por ciento y diez de ventaja sobre el segundo.

Como en casi todos los hechos que golpean fuertemente en la sensibilidad pública, Kirchner tomó la ofensiva el mismo día en que se supo de los tres policías asesinados, el viernes 19, y antes de que lo hiciera la oposición incrustó la masacre como tema de campaña.

Definió a los crímenes, en efecto, como probablemente electorales, obtuvo un coro de respaldo en otros funcionarios de la nación y de la provincia de Buenos Aires y con ello puso al menos en duda la previsible afirmación de la mayoría de los opositores: el gobierno no tiene un control efectivo de la seguridad y no hace nada al respecto.

Los pocos días de campaña hasta el viernes 26 estarán entonces dominados por la discusión sobre las políticas de seguridad, y será desplazada a segundo plano la cuestión de la inflación en el país y el manejo de los índices oficiales, que la oposición denuncia como manipulados.

Sólo un desenlace sorprendente en la investigación de la matanza puede producir alteraciones significativas, según analistas y encuestadores, y aún en ese caso el impacto se sentirá en primer lugar en la disputa por la gobernación de Buenos Aires, donde el oficialismo es también favorito, antes que en la marcha de Cristina Fernández a la presidencia.