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A pocos días del veredicto de octubre

A pocos días del veredicto de octubre

A pocos días de las elecciones todo indica que el kirchnerismo, a pesar del esfuerzo de la oposición y las auto agresiones, seguirá gobernando el país por otros cuatro años. La distancia entre Cristina Fernández y el resto de los candidatos es muy grande. Aproximadamente treinta puntos porcentuales separan al primero del segundo; y en el escrutinio final, sin indecisos, votos en blanco y nulos, la distancia será posiblemente mayor. Aunque el segundo está todavía sin definirse, la cuestión estará entre la ex radical Elisa Carrió, y el ex ministro de Economía Roberto Lavagna.

La diferencia en votos y el hecho de que se acrecienta en distritos estratégicos, desplazará al oficialismo hacia un mayor dominio parlamentario. Si todo esto que se prevé, sucede; la jugada del Pte. Kirchner a evitar la reelección ha sido exitosa.

Lo que no será igual, es el estado anímico de la sociedad para la nueva presidenta. El hecho de que hayan transcurrido cuatro años de esta administración, y que exista  cierto desgaste en el vínculo entre la sociedad civil y el poder; es algo que se trasladará, junto con lo positivo, al gobierno venidero.

La opinión pública no abrirá un crédito a un largo plazo a Cristina Fernández. Si bien la popularidad del oficialismo descansa en una tasa de crecimiento económico record para nuestro país, como así también la acumulación de reservas en el Banco Central, la inflación, y las maneras en ser contenida, es uno de los puntos en contra de la gestión del Pte. Kirchner. El funcionario responsable del control de precios como de la gestión del organismo encargado de la estadística de los precios al consumidor, de la pobreza y otros, no ha tenido mejor idea que echar nafta al incendio. Y esto trae al gobierno más problemas que soluciones.

Mientras la oposición propone el remedio clásico, que consiste en alentar las inversiones para equilibrar una economía que se desestabiliza por la demanda, el gobierno, que no manifiesta públicamente su coincidencia con los adversarios, sale al mundo a tentar a las grandes empresas, generar confianza, y mostrar que la próxima sucesión no es traumática.

No obstante, no existe el peligro de una hiperinflación como ya ha vivido el país en varias ocasiones. Pero, estos corrimientos en los mercados son síntomas de una puja distributiva que se enciende al compás de la expansión de la economía.

La parcial caída del superávit fiscal y la amenaza de perder el autoabastecimiento petrolero, y más importante aún del gas, en los próximos años; suscitan desafíos que el gobierno próximo tendrá que resolver sí o sí.

A la Argentina, como a la gran mayoría de los países en desarrollo, le caben las condiciones estructurales que hoy se imponen en occidente, a través de las economías de mercado, la globalización; y una democracia representativa. En este sentido, los periplos mundiales del Pte. y sobre todo de la candidata, tratan de alternar gestos de autonomía con afirmaciones de integración al mundo capitalista y democrático moderno. 

Para lo cual el gobierno va armando alianzas más grandes o más pequeñas que le permitan seguir navegando manteniendo un discurso independiente, pero no revolucionario. Manifiesta su amistad con Chávez, pero deja claro que la Argentina no será chavista; y ratifica la sobrevida del MERCOSUR y su alianza, de gran complejidad, con Brasil. Critica a Bush, pero da señales inequívocas de que pertenecemos a esta parte del mundo. Al mismo tiempo apuesta al triunfo demócrata en el próximo turno electoral norteamericano.

Da cumplimiento a la promesa dada a la comunidad judía norteamericana y argentina, respecto a señalar  en el principal foro internacional las responsabilidades del gobierno iraní, en no colaborar en la búsqueda de los funcionarios sospechados de la acción terrorista en Buenos Aires. Este compromiso tiene un trasfondo político mucho mayor de lo que se ve a la luz del día.
Como vemos, el gobierno kirchnerista es pragmático, dentro de una línea ideológica de centro izquierda.  Faltaría decir, que cada movimiento del gobierno, provoca adhesiones y desalientos, entre sus propias filas, indicando que el sendero, si bien cobra anchura con la economía en expansión, se acota en la política. No olvidemos, que el kirchnerismo lleva en su seno a buena parte del peronismo; de un peronismo que mantiene en ciernes el orgullo de su identidad y que desconfía de concertaciones que los relegue. 

En estas disquisiciones sectoriales algunos ven a Cristina Fernández como una socialdemócrata más cercana a Bachelet, o Hilary Clinton que a Evita. Por todo este pragmatismo del día a día, por estos esfuerzos cotidianos, que le permitió al oficialismo pasar de 22% de los votos en el ´03 a bordear el 50% para el 28 de octubre, es impensado considerar en el futuro a Néstor Kirchner, muy lejos de la Casa de Gobierno. 
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