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La teoría de la conspiración

Cuando no se quieren abordar los temas de fondo siempre hay alguien que saca la teoría de la conspiración, en tiempos de Franco judeo-masónica, y la pone a circular para explicar las cosas. Me refiero con esto al hecho de que de repente, la monarquía se haya puesto en cuestión y ciertas actitudes se han empezado a criticar sin cortapisa alguna.

Unos dicen que detrás está la derecha más extrema que no admite las carantoñas del rey al socialismo y a los nacionalismos. Otra que son los nacionalismos los que están contra el rey porque el monarca es el símbolo de la unidad y  permanencia del estado español y hay que ir a por él.

Yo creo que las cosas son mucho más sencillas.

Y lo digo por mi caso.

Yo me enfrenté duramente al rey, en la tribuna del Congreso, por su actitud en la guerra de Irak. La gente no se acuerda de estas cosas, pero mientras la calle ardía y Aznar nos hurtaba el debate parlamentario, revisé la constitución y en su artículo 63-3 vi que decía que el Rey, previa deliberación de las Cortes Generales, declara la guerra y hace la paz. Y como lo de Irak era una guerra quisimos nos recibiera. Una palabra suya, un gesto, hubiera parado la locura de Aznar. No lo hizo y solo recibió a Zapatero. Nunca nos dieron la menor explicación. Y aquello para mí fue muy grave. ¿Culpable?. El rey y el jefe de la Casa Real, Alberto Aza.

Desde entonces me he hinchado a tratar de lograr que sus gastos sean controlados, que se sepa donde está cuando desaparece, que su familia, que no está contemplada en la constitución pase al ámbito de lo privado y que todo ese cortesanismo barato, de genuflexiones y cabezazos se actualice en saludos respetuosos, pero sin servilismo.

En este verano, tras el secuestro de El Jueves por el Juez Del Olmo a cuenta de una caricatura, escribí aquí que me parecía más grave que unos empresarios mallorquines le regalen al Rey el Bribón 14 que un dibujo, pero cometí un grave delito, que fue el de introducir la palabra vago, no tanto dirigida al rey, sino a parte de su entorno. Es lo que todos los corrillos madrileños comentan pero al parecer no se puede decir en público.

Lógicamente se cogió el rábano por las hojas y vino todo lo demás. Curiosamente, han sido los programas llamados rosas quienes han abierto la puerta. No los informativos.

Pero aquí hay además cosas evidentes.

La sociedad actual no tiene nada que ver con la de hace treinta años. La juventud pasa de monarcas, condes y marqueses y no ve sensato que la elección de un jefe de estado sea por procreación y no por elección. No ven tampoco la discriminación hecha en la sacrosanta Constitución española a la figura de la mujer y no está dispuesta a ver eternas vacaciones, mientras ellos luchan por conseguir su primer pisito. Si a esto se le añade la torpeza del procesamiento de dos periodistas por publicar una caricatura y de la poca simpatía que despierta Letizia Ortiz, antigua colaboradora del nefasto Urdaci, tienen ustedes un guiso que no obedece a conspiración alguna, sino a que la gente comienza a hablar y comienza a estar harta que no haya libertad de expresión sobre estos temas.

Decía Xabier Arzalluz que en esto de la monarquía había que ser accidentalistas ya que si hubiera un presidente de la república este nunca sería del PNV.

Tras este debate creo que la Casa Real se tendría que poner las pilas en el control de sus gastos de forma pública, en ejemplaridad de las conductas sin estar amparados en el secreto oficial y en evitar que a su alrededor se sigan con los usos y costumbres, poco menos, que de la monarquía de Alfonso XIII en cuanto a esas absurdas reverencias tan ridículas como serviles, que colisionan contra el concepto de igualdad y de democracia.

Y más cosas que las diremos cuando pase este tifón.

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