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¡Menuda herencia!

   De la España plural al disparate ha mediado poco menos de una legislatura. Es lo que tiene pasarse de listo, pensando que se tiene la fórmula secreta para cabalgar el tigre que representan los nacionalismos independentistas. Al día de hoy tenemos que el grupo parlamentario de la Entesa en el Senado (ya saben que está formado por el PSOE,IU y Esquerra Republicana de Cataluña) ha presentado una enmienda al proyecto de Ley de la Carrera Militar para que en el futuro el presidente de Gobierno se convierta en el jefe de las Fuerzas Armadas, desplazando al Rey.

   Una vez presentada la enmienda, los socialistas se han echado las manos a la cabeza diciendo que no la votarán. Pero puestos a pedir, la Entesa también pide que se suprima la obligatoriedad de "defender a España", suprimir el término "nación española", eliminar el juramento a la bandera, y otras cuantas "perlas" más. Por si fuera poco, la llamita antimonárquica empieza a azuzarse con más fuerza por parte de los socios de Zapatero, o sea de Esquerra, por más que desde Moncloa se intente quitar hierro al asunto. Además tenemos una nueva formación política en el ruedo nacional, Candidatura de Unidad Popular, cuyo principal objetivo parece ser poner punto final a la Monarquía.

   En Humilladero, un pueblo malagueño, el ayuntamiento en pleno ha votado para que se inicie un proceso para instaurar la Tercera República. Eso sí, Manuel Chaves ha amenazado a los concejales en cuestión con expulsarles del partido. El presidente Ibarretxe continúa con su proyecto de convocar un referéndum sobre el futuro del País Vasco, y Artur Mas ha anunciado otro si el Tribunal Constitucional no declara que el nuevo Estatuto catalán es constitucional. Por su parte, Iñaki Anasagasti, senador del PNV y un hombre que nunca se ha mordido la lengua, dice en voz alta que el rey no estuvo a la altura cuando la guerra de Irak. Y desde la Cadena Cope se insta al Monarca a abdicar. O sea que a derecha e izquierda empieza a azuzarse el sentimiento antimonárquico en un país que en el que, si se rasca un poco, aparece su alma republicana.

   Y a todo esto, el Tribunal Constitucional está viviendo una crisis tan profunda que su credibilidad está por los suelos. Y es que es tal su politización que los ciudadanos ya sabemos que el que su actual presidenta, Maria Emilia Casas, y el vicepresidente, Guillermo Jiménez, no intervengan en el recurso del PP contra el Estatuto, puede significar que éste sufra recortes por parte del Tribunal. De manera que el Gobierno va a recurrir contra otros dos magistrados, éstos de la orbita popular, se supone que para restablecer el equilibrio y no llevarse otro disgusto si el Estatuto no sale adelante. Con este panorama dan ganas de recordar aquello de "que paren que me bajo".

   La realidad es que Zapatero se ha equivocado gravemente con su política con los partidos independentistas. Son sus socios y, como seguramente les necesitara después de las elecciones para seguir gobernando, poco le importa el fuego que se está empezando a iniciar.

Porque lo que está en cuestión no es solo la Monarquía, lo que está en cuestión es la Constitución y desde luego la configuración del Estado tal y como lo conocemos, y esto son ya palabras mayores. ¡Menudo futuro nos está preparando Zapatero! E, insisto, con socios como los que tiene no necesita adversarios.
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