La diplomacia española

Cuatro segundos. Pueden ustedes cronometrarlo en el vídeo que les ofrece Diariocrítico, pronto diariocriticoTV. Cuatro segundos, una entrevista con Evo Morales, otra con el turco Erdogan -único aliado que nos queda en lo de la Alianza de Civilizaciones, excluido el ‘coordinador’ a sueldo, Jorge Sampaio- y otra con el secretario general de la ONU, inevitable. Lula se entrevista con los líderes del mundo mundial, y los demás aprovechan a tope su presencia en la  Asamblea de las Naciones Unidas para entrevistarse con todo el que se puede.

Ignoro quién asesora en estas cuestiones a ZP. Sé que no está en La Moncloa, donde tanto Casajuana como José Enrique Serrano o Gabriela Cañas son gentes sensatas. Moraleda sabe poco de cuestiones internacionales, pero también es sensato y, en todo caso, en esto pinta poco. ¿Será nuevamente el superasesor quien induce a nuestro presidente a provocar las risas internas y la indiferencia externa con este tipo de cosas, la asistencia forzada con calzador a una cena en la que Bush le ha dedicado cuatro fríos -vea, vea el vídeo- segundos?

Y no, tampoco es culpa de Moratinos. Ni de Westendorp, a quien le quedan pocos meses en el puesto de embajador de España en Washington, donde no le han dejado tocar bola. Seguro que usted recuerda que ni José María Maravall -que fue jefe del superasesor- ni Carlos Solchaga aceptaron la oferta zapateriaza para ocupar esa embajada y, al final, se echó mano de un veterano.

Ahora se vuelve a cuestionar la política exterior española. Ahora pesamos menos, pero somos menos pesados, que otrora. Quizá sea ese nuestro verdadero lugar, aunque nuestro peso económico, te dicen quienes pueden decirlo, es mucho mayor de lo que demostramos. Y, si ZP no habla inglés -aunque lo está tratando de aprender a marchas forzadas con un profesor de Goa, como otros varios en el Gobierno, en las autonomías…y en la oposición, por cierto-, pues que quede en las NN.UU. con los presidentes latinoamericanos, que con ellos sí se entiende, y se dedique a preparar la próxima ‘cumbre’ iberoamericana de Santiago de Chile.