Arte para la Abadía de Silos

Veinte collages, una pintura al óleo, nueve esculturas y dieciocho gouaches conforman el grueso de estos trabajos que el artista comenzó en la Navidad de 2004 y que pueden ser vistos ahora por primera vez. Con ellos Torner retoma la exploración que inició con sus primeros gouaches hace ya medio siglo, sobre el orden y caos del mundo. Son triángulos que se acoplan a triángulos, sin centros de gravedad, de colores diversos que no responden a ninguna pauta o intención previamente pensada por el artista.

En palabras de José Manuel Sánchez Ron, catedrático de Historia de la Ciencia y autor del texto del catálogo de esta exposición, "no existe en ellos ningún orden, ninguna simetría global, pero tampoco son caóticos".

En las esculturas domina la geometría. Complementarios torcidos se caracterizan por sus cuadrados partidos y entrelazados, que dan como resultado unas formas angulosas bañadas en oro y montadas sobre una superficie, en muy variadas combinaciones y con distintas inclinaciones.

   "La obra más completa"

Utilizando la técnica del collage, Torner realizó la serie 'Vesalio, el cielo, las geometrías y el mar', entre 1964 y 1965. Basada en el libro 'De humani corporis fabrica' (1543), la Fábrica del cuerpo humano, de Andreas Vesalio, que el artista contempló por primera vez en Nueva York en 1964, se trata de un estudio sobre la condición humana y su relación con la naturaleza. Esta serie está considerada entre lo mejor de su producción: "Es la obra más completa que he ejecutado y que me ha dejado más satisfecho", ha dicho Gustavo Torner al respecto. Los dieciocho collages que se exponen forman parte de un conjunto de cuarenta, donados en su totalidad por el artista al Museo Reina Sofía en el año 2004.

Torner ha afirmado que quisiera que su obra "dejara traslucir el misterio del mundo, mezcla de asombro y temor. Asombro desde su pura materialidad al más exagerado sentimentalismo. Desde sus hallazgos científicos y técnicos hasta su belleza".

Gustavo Torner, formado como ingeniero forestal, es un artista autodidacta vinculado a la llamada escuela conquense y al Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, del que fue fundador junto con Fernando Zóbel y Gerardo Rueda.