El alcalde de España triunfa en Madrid

El alcalde de Parla, Tomás Gómez, el más votado de España en los últimos comicios,  y también en los de hace cuatro años,  con más del 70 por ciento de los apoyos de sus vecinos, entró en el Congreso Extraordinario del PSM como el aspirante preferido y a las pocas horas ya se sabía que sería el nuevo secretario general de los socialistas madrileños, en sustitución de Rafael Simancas,  en su momento amado por todos y ahora señalado por estos mismos como el único responsable de todos los males del PSOE madrileño.

Mientras los otros dos precandidatos, José Cepeda y Manuel García Hierro, entraban al citado cónclave del PSM con falsas ilusiones de obtener el 25 por ciento de los avales de los más de 800 delegados para disputar al alcalde de España la plaza en juego, Gómez sabía que no llegarían a la meta ansiada. Los aparatos regional y nacional del PSOE ya habían hecho su trabajo. Durante muchas horas, Cepeda y García Hierro intentaron infructuosamente conseguir firmas para sus proyectos y, cuando ya se había acabado el plazo de presentación de avales, comparecieron ante los medios de comunicación para reconocer lo evidente y, de paso,  soltar alguna mentira piadosa sobre los porcentajes de reconocimientos expresos a sus candidaturas. Teniendo en cuenta que cada delegado podía avalar a un solo precandidato y que Gómez obtuvo más de 600 firmas, se puede entender fácilmente que todo estaba vendido desde hace mucho tiempo.

El triunfador, que habló durante casi una hora a sus compañeros de su proyecto de cambio, tuvo el acierto de hacer suyas las principales reivindicaciones de Cepeda y García Hierro. Se comprometió a que, en el congreso ordinario de 2008 del PSM,  los miles de militantes puedan elegir directamente al secretario general en elecciones a través del voto secreto y en urna. Una apuesta decidida que siembra al menos una duda razonable. ¿Tiene en mente provocar, con su elección, una explosión democrática o todo se quedará en fuegos artificiales? El tiempo pondrá a cada uno en su sitio y dentro de unos meses se conocerá si las modificaciones estatutarias que pretende el alcalde más votado de España persiguen dar el protagonismo real a los afiliados o por el contrario todo ha sido un guiño a los que mandan en Ferraz y a los que han venido a un congreso dispuestos a iniciar un nuevo camino cuyo destino final sólo Gómez conoce.

El triunfador, que ha recibido, además de la Secretaría General,  un folio en blanco para escribir sus obras y realizaciones, quizá, ha carecido de la generosidad democrática que se supone a un demócrata convencido. Si en vez de dejar hacer a los suyos, a los hombres y mujeres especialistas en presiones, lógicas, para que todo saliese según lo previsto por el aparato de Ferraz, hubiese permitido que alguno de los aspirantes alcanzase el mínimo exigido para ser candidato, otro gallo hubiese cantado. Quizá el de la máxima legitimidad al salir triunfador no sólo por los avales, sino también gracias al poder de convicción de la palabra. Podría haber provocado un debate interesante entre candidatos y entre delegados. Prefirió no arriesgarse a perder en votación secreta lo ganado en firmas con nombres y apellidos.

No cabe ninguna duda de que el alcalde de España ha triunfado en Madrid. Lo que pase en el futuro no tendrá que ver nada más que con los reales deseos y ansias democráticas de un socialista  al que los vecinos de Parla consideran un excelente alcalde.