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Sirera, sucesor de Piqué

Sirera, sucesor de Piqué

La relación de presidentes del PP catalán permite ya hacer una historia abundante en intrigas políticas y en choques personales, por igual. Alejo Vidal Quadras, destituido en su día por Aznar porque así convenía para mejorar la relación del PP con Pujol, y el propio Piqué ahora sustituido, podrían relatar historias probablemente nada edificantes sobre la democracia interna y las razones que, definitivamente, se imponen en la dirección de los partidos, muy a menudo más allá de lo que parecen estrictos intereses electorales. Con Vidal Quadras, el PP catalán vivió un tiempo de esplender, nadie lo duda, pero Aznar hubo de sacrificarlo porque resultaba frecuentemente incómodo al 'molt honorable' Pujol, y para Aznar era imprescindible un mejor entendimiento con don Jordi.

   Nadie duda ahora de la competencia y talla política de Josep Piqué y no resulta fácil que 'un tal Sirera' haya sido designado en unos pocos minutos para sustituirle y tapar el considerable agujero dejado por el ex ministro de Exteriores. Sirera es el hombre designado por Acebes en la recomposición que suscitó la 'espantada' de Piqué , y no debiera resultar curioso que llegue al cargo haciendo elogios a Aznar y a su tiempo. Sirera se ha mostrado satisfecho porque la crisis Piqué se ha resuelto en unas pocas horas. Efectivamente, no deberá perderse mucho el tiempo para tratar de recuperar la credibilidad perdida. Tampoco la dirección nacional del PP ha querido 'perder el tiempo' en destacar las virtudes y cualidades de Piqué. Incluso es probable que en determinados ámbitos haya causado alivio y satisfacción esa marcha. Gallardón ha sido la voz que 'suena en el desierto', posiblemente porque se ve muy representado en su colega y amigo: progresista, deseoso de establecer pautas propias, con ambición política, boicoteado por las áreas más recalcitrantes y conservadoras de sus propios compañeros de partido, que finalmente se ve derrotado y humillado por sus propios mandos, nada partidarios de facilitar que alguien le pueda hacer la menor competencia. Es una práctica común en los partidos políticos, a menudo, como los describía Piqué, "míseros y mezquinos". Es cierto que en ocasiones estimulan y lanzan el nombre de una nueva figura, pero con parecida frecuencia destruyen al disidente o a quien no se atiene perfectamente a las normas que le hace llegar un secretario general incompetente y sin conocimiento específico de los problemas del lugar, o deseoso de cobrar la pieza de quien tuvo la osadía de criticarlo como representación de modos y maneras a superar. Sirera, en cambio, arranca con el mejor pronóstico: con elogios a Aznar. ¿Al Aznar que destituyó a Vidal Cuadras porque así se lo exigía Pujol?

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