¿Diez años a la basura?

Diez años después del asesinato de Miguel Angel Blanco y de la convulsión moral que provocó en toda la sociedad aquella fechoría, algunos aún tenemos memoria, otros han olvidado lo que significó Ermua y otros disfrutan con que se haya desmovilizado la sociedad que, por entonces con las manos abiertas y a voz en grito, clamaba:  ¡asesinos! ¡no sois vascos¡ ¡sois terroristas!
Lo que ocurrió hace diez años fue que la sociedad salió a la calle en toda España, y esa marea humana arrastró a los políticos a actuar conjuntamente.
Por si alguien lo ha olvidado Aznar y González no se soportaban personalmente, pero allí estuvieron juntos, y también los nacionalistas que temieron quedarse fuera, porque el aviso de la sociedad civil no ofrecía lugar a dudas. La gente quería correr a boinazos a los de batasuna y las herrico tarbernas tuvieron que permanecer cerradas porque sus valientes gudaris estaban acojonados. Diez años después  del asesinato de Migue Angel Blanco da la sensación de que todos se han arrepentido, menos su asesino, Txapote.
Los nacionalistas, por miedo y por sentido de la supervivencia, hicieron un simulacro de consenso contra el terrorismo, pero poco después regresaron a su teoría del árbol y las nueces, y los constitucionalistas trabajaron hombro con hombro – porque entre otras razones compartían víctimas – hasta que llegó el momento de las soluciones negociadas con quienes exigen sus condiciones a punta de pistola.
¿Qué ha cambiado en estos diez años?
Han cambiado demasiadas cosas que no sé si son recuperables, pero ha cambiado algo que sí se puede recuperar, como es el sentido común, la ausencia de sectarismo en un tema como éste, la renuncia a creer que hay víctimas de derecha y víctimas de izquierda, la aceptación de que no se gana al terrorismo como si se tratase de una empresa personal sino en unión de todos los demócratas.
Ha cambiado que antes se dirigía la lucha contra el terrorismo desde la sensatez y ahora se hace desde la frivolidad mesiánica.
Sería bueno que todos tomaran nota porque los pueblos cuando están hartos reaccionan, y hace diez años el pueblo español lo hizo.