El estado de la cocaína

   En el debate sobre el estado de la nación, ninguno de los grandes partidos se preocupó porque España ocupara el rango de primer país del mundo consumidor de cocaína. El estado de la cocaína en España sólo le preocupó a Durán Lleida, que apuntó a una solución a largo plazo, es decir, al establecimiento de familias estructuradas, frente al voluntarismo de convertir a los camareros en chivatos gratis de la Policía.

   Para estructurar a las familias el presidente del gobierno tiene la fórmula mágica de dotar con 2.500 euros a los padres de los recién nacidos, sean los señores de Botín, herederos de un gran banco, o los señores de Bermúdez, inmigrantes procedentes de Ecuador. Que nadie del PP se apresure a acusar de demagógica esta medida, porque el PP parece que tiene en sus programas subir a 3.000.

   La facundia con la que los partidos políticos disponen de nuestro dinero, como si ellos fueran unos magnates dadivosos, produce todavía más rechazo en estos días en que acudimos a las oficinas de la Hacienda Pública a pagar los impuestos de la renta y, algunos deben pedir un préstamo para hacer frente a sus obligaciones. La ausencia de hijos no es sólo culpa de los sucesivos gobiernos. Tiene que ver con que de la paternidad responsable hemos pasado a la paternidad egoísta, al hedonismo. Y, también, a la falta de guarderías, a la ausencia de un ambiente social comprensivo con la maternidad, a las condiciones objetivas que convierten a una madre trabajadora en una supermujer. Son muchas facetas, pero la principal de ellas es la que señala Durán Lleida: la desestructuración familiar. Si suena a conservador, pues es conservador, pero si el progresismo es no apearnos del primer puesto en consuno de drogas, habrá que dudar de si eso es progreso. De momento, con los 2.500 euros incluidos somos, de entre los países desarrollados, los últimos en ayuda familiar y los primeros en consumir cocaína.