Sueños rotos

Pues no, los mayores no hacemos las cosas bien, o mejor dicho en este caso, quienes no las hacen bien son los responsables de nuestro sistema educativo. Miles de jóvenes se han examinado de selectividad para poder ingresar en la Universidad, y muchos de ellos, la inmensa mayoría han superado la prueba.

   Pero aprobar selectividad no es suficiente para poder estudiar lo que uno quiere. Y no lo es porque desde hace años el Ministerio de Educación ha decidido que uno no estudia la carrera para la que tiene vocación, sino la que las notas le permitan.

   A mí me parece un escándalo, amén de injusto, este sistema. Resulta que hay jóvenes que han sacado un 7,20 de nota media, pero como para estudiar Medicina, pongo por caso, se necesita un 7,75, entonces tiene que estudiar otra cosa. Es decir que unas décimas, unas miseras décimas decididas por un funcionario, van a determinar la vida y el futuro de miles de jóvenes.

   Alguno puede tener la tentación de decir que qué más da, que a esa edad uno no tiene muy decidido lo que quiere ser en la vida y lo que demuestran, quienes dicen esto, es que ellos seguramente no lo sabían, pero eso no implica que no lo sepan los demás.

   El no poder estudiar la carrera para la que uno tiene vocación a mí se me antoja una pequeña, o gran, tragedia. Tener que ser biólogo cuando lo que se quiere ser es médico, no me parece una alternativa razonable, como no me lo parece tener que estudiar filología si lo que uno quiere es estudiar periodismo.

   Los jóvenes que han superado la prueba de selectividad se enfrentan a la primera gran decepción de su vida como adultos. Pero es una decepción evitable, porque no está basada en ningún criterio científico, salvo en la decisión caprichosa de funcionarios y políticos.

   ¿Porque para estudiar Medicina hace falta 7,75 en vez de 7,50? ¿de verdad esas décimas van a determinar que uno sea un buen médico?. Creo que se debería de revisar el sistema de acceso a la Universidad, porque lo que no es justo es que tantas ilusiones y sueños se vayan a la papelera sencillamente por unas décimas de menos. En este asunto no estaría de más que la señora ministra de Educación le echara 'talante' y talento y lo resolviera.