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'Capitalidad plena', esa tentación

"Capitalidad plena", esa tentación

Disputas, forcejeos. Esto de la "capitalidad plena" (algo así como "todo el poder a los chuquis") es sin duda una tentación muy atractiva, ya se sabe, pero peligrosa. Y es que como bien se ha advertido desde distintas voces, poner a consideración de la Constituyente-Referéndum el cambio de la sede de Gobierno constituye no sólo un serio revés para los ya frágiles equilibrios regionales, sino también un evidente riesgo para la siempre invocada unidad nacional. Más todavía si el asunto se ha convertido, allende el legítimo deseo, en punto de liza entre plurinacionales y medio/media lunáticos.

¿Qué significa concentrar en Sucre y alrededores la sede de todos los poderes estatales? En primer lugar, que la "ciudad blanca" se convertiría pronto en "urbe gris". Luego, que habría un saludable traslado (saludable para La Paz, digo) de la movilización y la protesta hacia la hoy tranquila capital. Ni hablemos de las obvias consecuencias económicas para unos y otros. Y de los flujos migratorios impulsados por este cambio. Y la infraestructura, claro, empezando por la necesidad de un aeropuerto "aterrizable". Y, joder, muchas cosas más. Pero sin duda el núcleo de la cuestión es el político.

No es necesario regodearse en la historia larga para sostener algo que es parte del sentido común: La construcción parcial, discontinua y fragmentada del Estado boliviano. Ello incluye una contienda permanente, entre las regiones, por la centralidad del poder. Una tensión irresuelta, cierto, pero al mismo tiempo "adaptable" y sujeta a sólidas estructuras tanto como a cambiantes correlaciones de fuerzas y (des)arreglos varios. Ser la región (el departamento) con mayor preeminencia, si acaso, es por ello mucho más que una sabrosa tentación. Constituye un dato duro en la lucha por la hegemonía.

Ahora bien, ¿por qué los paceños insisten tan impetuosamente en mantener en su territorio –"esa falla geológica llena de bolivaristas", a decir del Mosquito– las sedes de los poderes Ejecutivo y Legislativo? ¿Por puro capricho? ¿Por terquedad a prueba de alturas/alteños? ¿Por simple costumbre? Sospecho que la radicalidad del rechazo a la sola posibilidad de discutir esta cuestión va más allá de la memoria histórica (léase Guerra Federal) o de los sentimientos de identidad regional. Tiene que ver, hoy, con un proyecto-proceso de reconstrucción del orden estatal republicano.

¿Llevar el tema a Referéndum? Es como decir La Paz y Oruro versus el resto del mundo. Hay pilares que, en determinadas condiciones y tiempos, por muy transformadores que sean, difícilmente pueden alterarse. Menos con el solo arreglo del voto-de-la-mayoría. Sería como llevar a consulta nacional la decisión sobre crear o no el décimo departamento. Claro que los chaqueños (en ejercicio) ganaríamos en las urnas. Pero de antiguo se comprende que hay armazones que, sin por ello ser inmutables, están arraigados. Al menos mientras duren. Son como las razones que el corazón no entiende.

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