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Cuestión de crédito

Dicen que Rodríguez está pasando por uno de sus peores momentos y eso es algo que se le nota en su lenguaje gestual que ya no da más de sí, porque los movimientos que tiene ensayados para ser él mismo y no decir nada, devienen insuficientes cuando tienen que desmentir algo.

Hasta ahora al Presidente le bastaban dos docenas de palabras, seis o siete eslóganes y cuando o cinco lugares comunes preñados de obviedades para salir del paso.

Conceptos como la tolerancia, el respeto a las minorías, la alianza de las civilizaciones, búsqueda de la paz, el ansia de libertad, y el derecho de los demás a decidir por sí mismos, todo ello dentro de la ley, conformaban su mensaje político que resultaba creíble hasta que empezaron a salir del armario las víctimas de sus engaños.

El inquilino de la Moncloa creía que le bastaba presumir de talante, y la verdad es que durante un tiempo coló esa imagen de buenísimo permanente. Cada vez que hablaba en público sus gestos y sus palabras resultaban igual de simples, pero a algunos les hacía pensar que tal vez tuviera razón, hasta que uno tras otro han ido descubriendo que a todos les dice que sí y luego incumple sus compromisos.

Rajoy Maragall, además de los líderes de Convergencia i Unió, ya han dicho públicamente que Zapatero les ha engañado. El problema es que también ha querido jugar al engaño con los de las pistolas y éstos -que son mafia pura y no se andan con chiquitas- están sacando ahora a través de su órgano de propaganda, el periódico Gara, todo el serial de promesas e incumplimientos, y ante estos no sabe cómo reaccionar porque están contando cosas que coinciden con lo que ya habían publicado otros periódicos serios.

Cuando alguien duda de si el que miente es el Presidente del gobierno o una banda de asesinos solo se puede deber a dos posibles razones: o el que duda es un irresponsable o el Presidente ha perdido todo el crédito que tenía.

Esto se resolvería si Rodríguez sale a la opinión pública y dice algo convincente, pero su silencio no hace sino alimentar la sospecha de que aún no ha cerrado la posibilidad de regresar a las mesas del proceso.

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