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El represor prófugo y la democracia

El represor prófugo y la democracia

La rebelión de uno de los integrantes de la cúpula represiva de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990), general en retiro Raúl Eduardo Iturriaga  Neumann, frente a una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Chile, va mucho mas allá de un actitud de soberbia y altanería.

Desconocer y rebelarse ante una sentencia judicial, por cierto es grave, pero mucho peor si ello es consecuencia de una concepción de la vida, de la democracia, de la propia justicia y de la historia del país.

Para el comando Iturriaga la sentencia de los tribunales -5 años y un día por el secuestro y desaparición del joven estudiante de 22 años, Luis Dagoberto San Martín Vergara, en 1974- es claro, una "insolencia", pero en definitiva,"un detalle".

Lo verdaderamente importante -preocupante para la salud política del país- es que este individuo, y el medio millar de oficiales que están siendo procesados o están enjuiciados por violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura, pretenden aún que sus torturas, asesinatos crueles, violaciones de mujeres, la insanía y bellaquería de que hicieron gala contra "el enemigo", fueron recursos total y absolutamente legítimos.

¡Que hasta hoy sigan proclamando que se trató de actos patrióticos, e incluso una tarea encargada por la Divinidad para "salvar la Patria", raya en la ignominia, pero también es preocupante, por la capacidad criminal de que han hecho gala y, por lo mismo, sus declaraciones y actuaciones de hoy rayan en la sedición y la delincuencia política!.

Sin bien algunos pueden pretender que se trata de un recurso sicológico para no enloquecer, frente al recuerdo de sus delitos y de sus víctimas, lo real es que tras estos episodios aparecen individuos atrincherados en organizaciones, sectores políticos y sociales, donde se rumia la frustración por la derrota, y quizás hasta el ansia de venganza.

Tampoco olvidemos que la muerte de Pinochet permitió a algunos altos oficiales en servicio activo, expresarse en la misma línea argumental de justificación de la sedición, la deslealtad, y el Golpe de Estado, junto a sus dramáticas secuelas posteriores: los crímenes de la dictadura, el bárbaro método de las desapariciones, los asesinatos fuera de las fronteras del país.

Hay quienes quieren convertir a Iturriaga Neumann en líder de una resistencia contra el accionar de la Justicia, contra el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, y contra la democracia, una especie de figura romántica que arrastre tras sí una acción político-militar, quizás calculando sensibilizar incluso a las Fuerzas Armadas.

Se trata, como es obvio, de una operación de guerra sicológica. Mal que mal, Iturriaga Neumann es un especialista, preparado en las escuelas del Pentágono y con una vasta experiencia práctica, al igual que otros que han sacado la voz desde organizaciones de militares en retiro.

Pero al mismo tiempo, el desplante del hoy prófugo represor constituye un verdadero test democrático, una revisión ante el país, de las verdaderas convicciones y actitudes prácticas del espectro político del país.

En un momento para algunos crítico, se develan las verdaderas intenciones, los reales pensamientos, surgen complicidades en el mundo político, donde se creía que la experiencia histórica o incluso, los cálculos políticos de coyuntura, habían hecho comprender lo indefendible de las violaciones de Pinochet a los Derechos Humanos.

Sin embargo, en esta ocasión han sido más fuertes la viejas lealtades y destacados personeros de la Derecha chilena, han avivado la cueca del prófugo Iturriaga, han adherido a sus argumentos que intentan justificar el desacato a los tribunales y la resistencia al ordenamiento jurídico del país.

Para muestra un botón: "Los tribunales  deben evitar poner a las personas en situaciones límite, especialmente cuando dictan fallos que no se ajustan a la verdad" declaró el senador de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI), Jovino Novoa, en defensa del represor fugado y en la clandestinidad, armado con una pistola de 9 mm, y apoyado en una red de protección, seguramente integrada por militares en retiro de su confianza y de su arma: comandos, agentes de inteligencia, ex integrantes de los servicios secretos de Pinochet.

Para otro senador de la misma tienda, Juan Antonio Coloma, y el diputado de la colectividad, Jorge Ulloa, era explicable la actitud de Iturriaga Neumann, por la posición "política" de los Tribunales chilenos, que favorecerían al Gobierno con sus fallos.

Como un dato, habría que recordar que durante la dictadura de Pinochet, de los 5 mil 400 Recursos de Amparo presentados ante los tribunales entre 1973 y 1983, sólo fueron conferidos diez, lo que revela la subordinación real del Poder Judicial de la época a la dictadura.

En el fondo, en la opinión de estos destacados políticos derechistas (Novoa fue Subsecretario de Gobierno de Pinochet 1979 - 1982) se trata además de "legitimar" la rebelión, la insurgencia, poniendo en cuestión y en riesgo la propia legitimidad democrática.

Es el mismo argumento esgrimido por el prófugo, para eludir a la justicia, quién señaló al declararse en rebeldía y entrar a la clandestinidad, que el ministro Alejandro Solís, quien lo sentenció en primera instancia, "al igual que otros jueces y ministros interpreta torcidamente la ley...y con toda mala intención, interpretan torcidamente los convenios y tratados internacionales".

"Muchos jueces y ministros del Poder Judicial chileno han transgredido abierta y vergonzosamente la Constitución y las leyes de mi Patria", dijo Iturriaga, argumentos repetidos y que forman parte de la plataforma de organizaciones de oficiales en retiro y también se han incorporado al léxico de algunos políticos de la derecha política.

Se genera así en Chile, un ambiente  belicoso, de irrespeto por las instituciones y las normas de convivencia democrática, de confrontación cívico-militar, contaminando peligrosamente el ambiente con amenazas de "tempestades" por parte de militares en retiro, o de llamados a la población civil de "cooperar" en la búsqueda del prófugo, en un preocupante ambiente de guerra sicológica de indeseables consecuencias.

El teniente en retiro del Ejército, Juan González, vociferó casi fuera de sí, el martes 19 del presente mes, en una conferencia de prensa de organizaciones de militares en retiro, para pronunciarse en apoyo de Iturriaga, que las víctimas de la represión "eran todos terroristas" y que por ello fueron elegidos para el martirio y la muerte.

Difícil la reconciliación con ejemplares de esta naturaleza, sin duda. Más bien uno tendría que disponerse a la defensa frente a la amenaza y al desequilibrio.

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Marcel Garcés
Periodista
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