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Nicolás Redondo, 80 años

Nicolás Redondo, 80 años

Querido Nicolás:

   Cuando recibí la invitación para tu homenaje del pasado sábado -que ya me había adelantado por teléfono nuestra Clara- no pude evitar una sonrisa imaginándote absolutamente abrumado y tímido ante semejante despliegue de actos y personalidades. Al final no fui porque, pasado el primer entusiasmo por la justicia de ese reconocimiento, no me veía allí más que como un bulto violentado e incómodo en lo que sin duda fue un acto importante, con mucha gente que te quiere de verdad y con mucha también a la que habría que haber preguntar a la entrada por qué iban allí cuando no estuvieron, en su momento, donde deberían haber estado.

   Prefiero llamarte un día y tomarnos un café con Clara en la Fundación sin incómodos protocolos y con acceso directo a tu persona -en el homenaje debió ser imposible- para felicitarte no por llegar a los ochenta sino por el testimonio que has dejado -y en eso sigues- a lo largo de tu vida. Si aún muchos conservamos el sentimiento de eso que se llama "izquierda" es por gente como tú y si -al menos yo-  no milito en ningún partido es por cómo los partidos -también, y sobre todo el tuyo, querido Nicolás- se han comportado con los que se movían fuera del encuadre de la foto. 

   Aquel "NO" tuyo en el Congreso hizo temblar los cimientos mismos del PSOE, te señaló como el enemigo a batir, pidieron los tuyos tu cabeza, nunca te perdonaron y esperaron sin prisas, fríamente, el tiempo necesario para consumar una venganza triste, injusta, mentirosa y de una crueldad innecesaria. Todos sabemos de qué estoy hablando y a lo que me refiero y no sé si muchos habrán llegado a entender hasta qué punto te pudo doler no la venganza misma sino las consecuencias de aquella miserable actuación: que algunos trabajadores por los que habías luchado desde siempre te esperasen para insultarte -yo mismo fui testigo de uno de esos abucheos controlados a la salida de Antena 3 TV- para recriminarte, para acusarte. No tengo pruebas de quién enviaba aquellas "embajadas" tan escasas en número pero tan bien organizadas; y como no tengo pruebas, carezco de derecho para lo que sólo sería una opinión o una sospecha. Bien es verdad que la inmensa mayoría de la UGT estaba contigo y tuve la suerte de acompañarte a un homenaje que te dieron en Murcia donde pude comprobar que mis sospechas eran las certidumbres de todos. Pero eso es ya pasado

   Lo que te diferencia de ellos es que, pese a todo -y aún si conocer el último trabajo de Santesmases- creo que nadie podrá leer nunca la autentica biografía de Nicolás Redondo, esa que hemos empezado juntos tres o cuatro veces y a la que siempre termino renunciando porque -bendito seas- en los momentos críticos te  dan unos extraños ataques de amnesia que administras a voluntad y a mi  me entra la desesperación: ocurren cada vez que entramos en temas que puede molestar más o menos seriamente al partido y no digamos al sindicato. Sabes tanto que te empeñas en callar mucho y así no hay forma de contar la verdad descarnada porque esa verdad dejaría en entredicho mucho mito y no poca leyenda.  En el fondo tal vez tengas razón y tus silencios, tus "amnesias", sean una prueba más de la dignidad con la que siempre has vivido.

   Supongo que durante el homenaje se dirían muchas verdades que todos conocemos y se habrá reconocido tu lucha vital por la libertad y por los derechos de aquello que entonces llamábamos "clase obrera" con respeto y sin demagogia y que hoy se ha diluido como un azucarillo porque los votos y el poder están por encima de las ideologías. No han sido ellos, los líderes políticos, quienes nos han hecho mantener a muchos un pensamiento de izquierdas; es más: lo conservamos pese a ellos y gracias a ejemplos como el tuyo. No eres el único, pero si uno de los pocos. 

   Felicidades Nico, no por haber llegado a los ochenta sino por cómo has llegado, porque después de toda una vida te han dejado un despachito y aunque te  hayan borrado de su historia oficial -y no es metáfora sino realidad esto que digo- nunca podrán borrarte ni de la Historia de este país ni de la conciencia de todos. Tampoco de la de ellos, aquellos jóvenes ilusionados de Suresnes a los que llevaste de la mano desde una clandestinidad bastante light -las cosas son como son, qué le vamos a hacer- a la moqueta del poder. Hace 20 años que no hablas con quien tú -las cosas siguen siendo como fueron, no hay más remedio- hiciste secretario general y luego el pueblo le hizo presidente. Todo fue bien hasta que llegó tu "NO". Fue entonces, aquel día precisamente, cuando el PSOE de siempre perdió la O de Obrero para convertirse en otra cosa. Así es la vida Nicolás y tal vez ver cómo pasa el tiempo desde la ventana de tu despachito sea lo mejor que podemos hacer a estas alturas: tú con inmensa biografía siempre por escribir y la ilusión que aun conservas pese a todo; yo quemando mis breves currículums que ya nadie me pide y haciendo cola en el INEM para que me sellen la cartilla del paro. Al menos los dos seguimos siendo libres. Un abrazo.

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