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Aldo Mariátegui

De lo cortés y de lo valiente*

De lo cortés y de lo valiente*

A propósito de esta barbaridad de quemar la ofrenda floral que el embajador chileno le puso a Grau en Tacna, uno no puede menos que pensar que vivimos en un país de salvajes, a los que su mínima pátina de civilización se les evapora muy fácilmente (“el Arequipazo”, el linchamiento del alcalde de Ilave, la quema del Palacio Municipal de Chiclayo, este paro idiota en Iquitos, los maestros del Sutep robando exámenes, etc…) y se portan entonces como unos neandertales recién bajados del árbol.

¿Acaso estos bestiales antropoides chauvinistas desconocen que si algo distinguió a Grau fue su caballerosidad, mostrada en la fina carta que le envió a la viuda de Prat? ¿Que Bolognesi recibió cordialmente al mayor De la Cruz Salvo cuando éste fue a intimarle nada menos que su rendición?

Los mandriles que hicieron eso –y que nos avergüenzan al resto– deben saber que lo cortés no quita lo valiente. Y lo dice alguien que aún ahora hierve de indignación cuando recuerda cómo se comportaron de bestias allá muchos chilenos en las eliminatorias de 1997, silbando nuestro himno y agrediendo a nuestros hinchas, reporteros y jugadores.

Y no vayan a comparar esto con la digna devolución de la corona de bronce chilena en diciembre de 1908, cuando el canciller del primer leguiismo Melitón Porras le hizo saber al embajador sureño Echenique Gandarillas que Perú rechazaba esa ofrenda, dirigida a la Cripta de los Héroes, debido a que Tacna y Arica aún seguían cautivas (para variar, nuestros vecinos se habían sentado en los tratados y no habían ejecutado los plebiscitos acordados en Ancón, que debieron realizarse en 1894) y a que la violenta “chilenización” estaba en marcha allá, lo que motivó que el diplomático mapochino regrese a su país. Lo de 1908 fue decencia que enorgullece, lo de ayer salvajismo que ruboriza.

La carta, que transcribimos, se puede hallar en http://www.directemar.cl/noticias/1999/0599/mesmar/carta.JPG

“Dignísima señora:
Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a usted y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy, justamente, debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el Capitán de Fragata don Arturo Prat, Comandante de la ‘Esmeralda’, fue, como usted no lo ignorará ya, víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su Patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso deber de enviarle las, para usted, inestimables prendas que se encontraron en su poder y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su gran desgracia, y para eso me he anticipado a remitírselas. Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor”. Miguel Grau.


:: Aldo Mariátegui (Perú).
Director del diario Correo (www.correoperu.com.pe)

*Editorial de Correo publicado el 13/06/2007
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