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La semana política que empieza. Bai…¿o vienen?

La semana política que empieza. Bai…¿o vienen?

Se diría que nuestros partidos políticos andan entre el ‘bai’ y el ‘es’, es decir, entre el sí y el no, entre el bien y el mal, entre doctor Jekyll y míster Hyde. La confusión es la tónica. Porque ¿por qué no fue, por ejemplo, José Luis Rodríguez Zapatero, al desfile del día de las Fuerzas Armadas en ‘su’ ciudad, León? Quizá tenía otras cosas que hacer, como en años anteriores, cuando tampoco compareció a este ato institucional.  Pues eso: que la cosa anda como confusa: ¿tenía ZP algo más importante que hacer que acompañar a los Reyes a la parada militar por excelencia?

Quizá sí, acaso sí tenía cosas más importantes que hacer el presidente del Gobierno y secretario general socialista. Mire usted, si no, al interior del PSOE, donde el debate soterrado entre el ‘bai’ a Nafarroa Bai o a UPN, o el ‘es’ (no) a ambos, adquiere una indudable virulencia. Esta semana, presumiblemente, la dirección federal socialista habrá de enviar su veredicto a los correligionarios navarros, que preferirían, por mayoría, una alianza con Patxi Zabaleta, de Nafarroa Bai, antes que dejar gobernar al más votado, Unión del Pueblo Navarro. Pero claro que en el partido que sustenta al inquilino de La Moncloa conviven otras tesis diferentes.

La cuestión no es baladí. Nafarroa Bai no es, ni mucho menos, el peligro independentista y filobatasuno que algún sector del PP, o más bien mediático, quiere presentar. Cierto que proceden de donde proceden algunos de ellos, pero abominan de la violencia, aceptan el sistema y las instituciones y juegan el juego democrático sin reticencias que ya quisiéramos todos que jugasen los del PCTV, los de ANV y los sucedáneos de Batasuna en general. Hay quien quiere confundir este asunto de las alianzas en Navarra con la posible excarcelación –con pulserita, eso sí— de De Juana, o con las nuevas cartas de extorsión de ETA. Y no tiene nada que ver. Es una mixtificación más de las muchas que circulan por ahí.

Pero eso sí: de manera muy legitima, Nafarroa Bai quiere la anexión de Navarra a la Comunidad Autónoma Vasca. Que no es tan claro que es lo que desea la mayor parte de los navarros, que tengo para mí que no estan tan, tan, dispuestos, así como así, a perder la espléndida posición de la que gozan en el conjunto de España. Y ese es el dilema que tendrá que resolver el Partido Socialista Navarro: interpretar la voluntad del electorado que les ha votado, aliándose con unos o con otros. Claro que quién sabe si la mayoría de los navarros, consultados al respecto (y atención, porque la disposición transitoria cuarta de la Constitución abre la puerta a esa posibilidad), abonaría las posiciones de UPN, que, aunque sin lograr mayoría absoluta, ha sido la formación más votada en ese 27-m , una jornada electoral que tantos análisis, desde tan diversos puntos de vista, admite.

engo para mí que la dirección socialista acabará por seguir las tesis que ampara su secretario de Organización, José Blanco, mucho mejor estratega de lo que le presentan las poderosas terminales mediáticas de la oposición al Gobierno central: dejar que UPN gobierne en solitario en la Comunidad foral, y aguardar a que los de UPN se estrellen …si es que se estrellan, claro. Al menos, los socialistas desmontarían las acusaciones interesadas que reciben, en el sentido de que, aliándose con Nafarroa Bai, cumplen un requisito de ETA para facilitar el camino hacia la paz. Una acusación que, me parece, tiene poco fundamento. La impresión que se recoge en fuentes que parecen conocedoras del proceso es que no hay condiciones, ni requisitos, porque, simplemente, ni hay diálogo ni las cosas van bien, sino todo lo contrario: ETA vuelve a las andadas.

Convendría, entiendo, que la oposición deje de considerar como un elemento positivo para su avance electoral los reveses en el proceso de paz con ETA, por mucho que esos reveses respondan, en buena medida, a torpezas y errores de cálculo del Gobierno. Un Gobierno que parece embebido en una cuestión a la que ha convertido en eje central de su política. Y, en fin, como decía el juego de palabras con el que titulaba esta crónica (sugerido por un dirigente del PP vasco), ahora mismo no se sabe si el Gobierno ’bai’ o viene, dice ‘sí’ o ‘no’, o quizá, o hasta luego. Una indefinición que se va prolongando demasiado y que, sin duda, está costando muchos apoyos al Ejecutivo de ZP. Y que puede que sea el factor que hace que el agobiado inquilino de La Moncloa no haya estado con el jefe del Estado en el estrado desde el que contemplaba marchar a los soldados españoles en las calles de León, en León precisamente.

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