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Los índices oficiales ratificaron un alto crecimiento

Los índices oficiales ratificaron un alto crecimiento

El anuncio formulado la semana pasada sobre la tasa de crecimiento argentino, de un 8,2 % para el bimestre enero-febrero de 2007 sobre igual período de 2006 mostró una vez más que el salto que se verifica en los últimos años se sigue manteniendo en valores muy altos a pesar de ciertas opiniones de analistas y comentaristas.

Un correcto análisis no puede hacerse a partir de sólo un índice, como en este caso el de la actividad económica, sino en el marco de un contexto general, ya que quien hiciera lo contrario bien podría decir que el país más exitoso del mundo es Azerbaidzhan, que en 2006 vio crecer su Producto Interno Bruto en nada menos que el 32,5%, seguido de Mauritania con el 19,4%.

China, la estrella rutilante de la economía mundial, ocupó el lugar número doce en el ranking de 2006 con un 10,5% y la India, el otro de los grandes emergentes si situó en el vigésimo tercero, empatado con la Argentina con el 8,5%. Ahora bien, ¿se pueden apreciar de la misma manera los diferentes crecimientos?. Es obvio que no.

Un dato a tener en cuenta es que Azerbaidzhan tiene un producto per capita por poder de compra de 7.300 dólares estadounidenses, Mauritania de 2.600, China de 7.600, India de 3.700 y la Argentina de 15.000.

Cuando uno pasa de cero a uno, en términos matemáticos, la suba da como resultado infinito, pero cuando se crece de uno a dos baja a solo el 100% y de dos a tres al 50%. Por lo tanto no es lo mismo crecer al 32,5% sobre una economía azerí de u$s 10.604 millones para llegar a 14.050 que en el caso argentino trepar de u$s 194.000 a 210.000 millones.

Pero no es sólo el piso del que se parte, sino de otra serie innumerable de factores. China, por ejemplo, mantiene en los últimos lustros tasas que rondan el 10% de crecimiento de su PIB pero a partir de una serie de circunstancias poco repetibles.

Algunos lo atribuyen sólo a una correcta política instrumentada por el gobernante Partido Comunista, pero aún en ese caso ese acierto tiene que ver con las características del país.

China y la India, por ejemplo, partieron de contar con poblaciones de más de 1.000 millones de habitantes de un paupérrimo nivel de vida. Aún en la actualidad, en la India hay 300 millones de menesterosos, más de siete veces la población total de la Argentina, muchos de los cuales viven y mueren en las calles.

China ya está en un nivel superior pero sigue existiendo una masa de campesinos pobres también de cientos de millones que podrán ser incorporados al mercado laboral de baja calificación mientras los actuales trabajadores fabriles mano de obra intensivos vayan siendo transferidos a nuevas tareas que aporten mayor valor agregado.

  Una de las principales variables del crecimiento es la de poder incorporar nuevos trabajadores a la actividad. En la Argentina, tras los récords menemistas que dejaron largamente atrás el 20% en materia de desocupación se ha bajado esa cifra al
8,7% en la última medición. Todo un éxito.

Esto significa que ya no es fácil seguir creciendo a buen ritmo por esa vía, máxime cuando ese sector que permanece desempleado está constituido, muy mayoritariamente, por personas de baja calificación laboral.

La Argentina es el cuarto país del mundo, empatado con la India como ya se ha dicho, en materia de crecimiento, si no se toman en cuenta 19 pequeños estados o de economías muy atrasadas, de tasas súper chinas como las islas Maldivas, Trinidad-Tobago y Chipre.

Delante suyo, además de China están solamente los pequeños Emiratos Arabes Unidos y Venezuela, ambos resultantes del salto registrado por los precios del petróleo.

La baja calificación laboral de la población aún desocupada hace que la necesaria reversión de esa situación, objetivo declarado de las preocupaciones oficiales, no genere un nuevo salto de crecimiento por lo que el logro de esto último está ligado a una mayor productividad que vendrá de la mano de las inversiones en capital, tecnología y educación y en adecuadas políticas de complementación comercial.

Los aportes de capital y la estrategia comercial sobre los que se está trabajando podrán permitir, mantener buenas tasas de crecimiento en los próximos años, sin pensar en competencias para plusmarquistas.
 
La Argentina ha demostrado a lo largo de su historia que cuando no se lo interfiere siempre aparece un proceso de desarrollo tecnológico como es el caso actual del INVAP.

La educación es un proceso más largo pero es el que, en tiempo y forma, podrá generar un nuevo salto de productividad laboral y una nueva etapa de gran crecimiento que quiebre, al respecto, la tradición argentina de los ciclos cortos.

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