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Algún periódico hace el juego a los mentirosos

¿Quién miente aquí? El ex director general de la Policía, Agustín Díaz de Mera, o el alto comisario Enrique García Castaño? Esta es la pregunta que hoy se hace todo el mundo. Porque las de ambos son versiones incompatibles. Lo mismo que los titulares de El Mundo y El País, sin ir más lejos. El ex director general, en apoyo de su declaración hace unos días ante el tribunal que juzga a los procesados por el 11-M, dijo que el comisario fue quien le habló de la relación entre ETA y los islamistas que provocaron la masacre que costó 192 muertos. Pero García Castaño lo desmiente todo: él nada de eso le dijo a su ex superior, sino que fue Díaz de Mera quien, angustiado, le pidió que apoyara su versión, favorable a la tesis de la intervención de ETA en el atentado. Que es la tesis de El Mundo, de la COPE y de algunos -que no todos- en el Partido Popular. Frente a, como se sabe, la tesis del juez instructor, de la policía en su conjunto, del Gobierno y de una mayoría de órganos de prensa. Otros, como la ciudadanía, están, estamos, simplemente estupefactos y algo dolidos. Porque se nos manipula, o al menos se intenta.

Y entonces, el desmentido del policía, hoy destinado en la Comisaría General de Información, recibe muy distinto tratamiento en según de qué periódico se trate. Es la base del principal titular de El País, que es todo un editorial más que una información (lo que no se compadece mucho con su libro de estilo): “De Mera acusa con datos falsos a dos policías para justificar su bulo del 11-M”. En cambio, para El Mundo, que sostiene sutilmente (más sutilmente que el animador matutino de la COPE, al menos) la implicación presunta de ETA, el testimonio de García Castaño vale de poco: titula “Díaz de Mera revela quién le contó que el informe ETA/11m se cambió”. Y el desmentido del comisario apenas merece los honores de un subtítulo: “Fuentes jurídicas apuntan a que se trata de Enrique García Castaño, pero él lo niega”, dando a entender que lo que niega es que sea él la fuente, no los hechos principales a los que alude Díaz de Mera.

Para colmo, tenemos otro ejemplo de distinto ‘tratamiento’ (vamos a llamarlo así) de una teóricamente misma información, también relacionada con el 11-M, en los periódicos aludidos, los de mayor tirada de España: “Un policía declara que en el escombro de Leganés había papeles sobre ETA”, titula, a toda máquina, la portada de El Mundo, refiriéndose a una declaración el martes del inspector jefe de la Policía Científica ante el tribunal 11-M. Esta información, tratada en plan estelar por el diario que dirige Pedro J.Ramírez, no merece en cambio aparecer siquiera en la portada de El País, donde, en páginas interiores y sin mucho destaque por cierto, se dice apenas que “los papeles de Leganés sobre etarras eran de un policía vecino de los (islamistas, presuntos autores materiales del 11-M) suicidas”. Una ‘casualidad’, esta del policía vecino, puesta en solfa por el editorial de El Mundo.

Así están las cosas. No sorprende el descrédito que las encuestas dicen que los ciudadanos sienten hacia la clase periodística, sólo un peldaño por delante (en la cola, claro) en la lista de aprecios/desprecios de la ciudadanía hacia colectivos profesionales.

Es de suponer que la ciudadanía quiere la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad (que es la que se sustancia en el juicio, bien llevado hasta ahora por el juez Javier Gómez Bermúdez). Y no las versiones interesadas, sectarias, partidistas, de los órganos de prensa y de las cúpulas políticas. Los datos están ahí, y solamente hay que interpretarlos. Un ex director general de la Policía, en tiempos de Aznar, que se ha metido en un lío, aunque Mariano Rajoy en persona, en el clima de euforia de una comparecencia informativa favorable, haya echado un capote a la “honorabilidad” de Díaz de Mera. Un testigo, el comisario, que desmiente a su ex superior, con lo que la versión de Díaz de Mera queda en entredicho, al no existir tampoco el informe que la avalaría. ¿Tan difícil resulta exponer simplemente estos hechos, sin tratar de ocultar tipográficamente una parte de los datos? Saque el propio lector sus conclusiones. A nosotros nos agobia demasiado.
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