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Año nuevo,política vieja

Año nuevo,política vieja

¡Por fin volvemos a la normalidad! Se acabó el turrón, las comidas pantagruélicas, las reuniones familiares, los regalos a mogollón, beber aunque no te apetezca, aparentar que eres simpático, aunque el que tengas enfrente te caiga como un tiro ¡en fin! decimos adiós a eso que dicen que es el espíritu navideño y que, según dicen los expertos en psicología, es la época del año que más broncas familiares se producen. Decimos adiós a la Navidad y empezamos un nuevo año con ruido de bombas y de guerras, con insultos políticos y miserias partidistas con aroma de elecciones y con una especie de desesperanza impropia de un país próspero que económicamente va viento en popa.

   Si hacemos realidad eso de 'año nuevo ¡vida nueva!' y unimos al anhelo lo que de solidaridad deberían tener las pasadas fiestas podríamos situarnos en un escenario bien distinto. Imaginemos que los políticos por una vez le hacen caso al Rey propio, al nuestro -no a los de Oriente que también se han marchado- y se aplican el cuento en eso que dijo  Don Juan Carlos en la Pascua Militar de que unidos acabaremos con el terrorismo "con plena confianza en las instituciones democráticas, con los instrumentos que nos da el Estado de Derecho, en la sólida acción de la Justicia, en la eficaz actuación de nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del estado y en el reforzamiento de la cooperación internacional, conseguiremos poner fin definitivamente a la violencia terrorista".

   Si le hicieran caso posiblemente las cosas en política serían de otra forma y los ciudadanos estarían mucho más satisfechos con sus representantes. Pero no, eso no va a ocurrir, porque el ombligo de nuestros líderes es tan pequeño que se pasan todo el día buscándolo y mirándolo, porque se empeñan inconscientemente en observar la paja en el ojo ajeno y no ven nunca la viga que tienen en el propio, porque quieren más a las siglas del partido que les da el poder y las lentejas que llevan a casa que a los ciudadanos que representan y porque !al fin y al cabo! son pequeños personajes que se ven a sí mismos como super hombres y todavía creen que los ciudadanos son  miopes y no distinguen entre la paja y el trigo. Este es un año electoral y empieza el espectáculo aunque, si las cosas siguen así, muchos no piensan sacar entradas y mucho menos participar en el circo. Me temo que desgraciadamente estamos ante un año nuevo de políticas viejas...

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