Los mayores, la Navidad y los políticos

Para no ser menos, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, visitó una instalación de las mismas características  para estar con estas personas, felicitarles las navidades y cantar algún que otro villancico. El candidato socialista a "levantarle" el bastón de mando a Gallardón, Miguel Sebastián, para estar a la altura de las circunstancias y no ser menos a la hora de acudir en demanda adelantada y disimulada del voto -pensando en los comicios de mayo de 2007, como todo aspirante a sentarse en un banco de representación popular- conoció la casa de dos personas mayores y las necesidades de la pareja moradora de este  piso de Vallecas. La noticia, como es lógico, apareció publicada el 28 de diciembre, Día de los Inocentes.

Contemplo las escenas que trasmite Telenmadrid en una vivienda cercana a la sede vallecana de la Asamblea de Madrid, en compañía de personas mayores, muy mayores.Ellas son los que comentan la coincidencia de que todos los políticos acudan en la misma fecha. Les parece estupendo que, aunque sólo sea un día, y más en estas fiestas tan entrañables y familiares, acudan a estos centros, residenciales o de día. “Menos da una piedra”, comenta una señora, que no para de repetir que a “estas edades lo que más necesitamos es compañía”.

Lo que puede parecer como una reacción pasiva y casi caritativa ante estas visitas, por parte de estas personas mayores, no lo es en absoluto. Es sencillamente una prueba de educación y gratitud. A continuación, exponen que, además,  de “darnos la mano y su calor navideño” se podrían preocupar de conocer en profundidad las necesidades de cientos de miles de madrileños mayores de 65 años, de los que más de 200.000 superan los 80. ¿Conocen todos estos gobernantes y aspirantes a ello la cantidad de viajes que hay que realizar para, por ejemplo, solicitar el servicio de teleasistencia o una ayuda de cualquier tipo? Hay que ir a una oficina municipal en busca del documento de empadronamiento, luego a una sede de la Seguridad Social para pillar un papel que diga si el solicitante es pensionista y más tarde a Hacienda para encontrar lo que las normas exigen.

Con tanto ordenador y en pleno era de la informática, ¿por qué se obliga al abuelo/a, al que tanto se alude en campañas electorales, a dar paseos interminables y aguantar colas de espera que dan dolor de corazón y de riñones?. ¿Conocen nuestros políticos que todos estos centros de tercera edad están gestionados por empresas privadas que tienen más en cuenta el beneficio económico que el social y que los servicios que se prestan tales como llevar a los mayores de su casa al centro de día, y viceversa, también están bajo el control de las leyes del mercado. Las personas que acuden a ayudar a estas personas a levantarse, asearse o a hacerles la compra ¿tienen la preparación suficiente? ¿Saben lo que cobran estos empleados y las horas que dedican a estos mayores para obtener los euros suficientes para su supervivencia en el mercado laboral?

Todo esto forma parte de lo que los visitantes destacados a centros de mayores no preguntan, o no quieren saber. Unos, los que están en el poder, destacan todo lo que han hecho, y otros, los aspirantes, sólo hablan de lo que harán con su voto si ganan la partida electoral. En algunos centros de servicios sociales hay dos tipo de trabajadores: los que cobran como empleados municipales y otros, becarios de los que se abusa, que reciben mucho menos.

Todo con el consentimiento de los partidos gobernantes y opositores, y de los sindicatos, UGT y CCOO, entre ellos. “Que nos den menos coba y que se enteren de que cuál es nuestra situación real. Cobramos miseria porque tenemos pensiones tercermundistas y cada año todos vienen a lo mismo”. Con estas palabras se despidió la pareja de personas mayores que me comentó la escena televisiva de “todos con los mayores”.