Las preocupaciones de los españoles

Para nuestra tranquilidad, los españoles somos como los demás mortales. Al menos, los cuatro problemas que, recurrentemente nos han preocupado durante 2006 —paro, inmigración, terrorismo y vivienda— no son distintos a los de otros países desarrollados.

Hubo una época en que la prédica consistía en presumir justamente de lo contrario. “Spain is different” fue el eslogan que acuñó Fraga Iribarne cuando era ministro de Franco. Aquello era, en el fondo, una pretensión de justificar la anomalía de una dictadura en plena Europa.

Pues no. Con mayor o menor oscilación a lo largo del año que termina, los temas que nos preocupan son los mismos. Si acaso, el terrorismo pegó un bajón al comienzo de 2006 por las expectativas del alto el fuego de ETA. Su repunte —mañana podría suceder con nuevas amenazas islamistas— no refleja sino la fragilidad de las sociedades democráticas: “Tenemos que aprender a convivir en lo sucesivo con el terrorismo”, dijo Ken Livingstone, el alcalde de Londres, tras los mortales atentados en su ciudad.

Lo curioso es que ninguno de los grandes temas políticos del año —revisión de los estatutos de autonomía y leyes de la Memoria Histórica y de la paridad— perturban lo más mínimo al personal. Es más: uno observa cierta inquietud ante la insolidaridad territorial y el rechazo de las féminas más preparadas a una ley de cuotas que, según ellas, sustituye el mérito personal por el simple accidente fisiológico de ser mujer. “Si el modelo a seguir son las ministras María Antonia Trujillo o Elena Espinosa —he oído decir a una de ellas—, apaga y vámonos”.

En cuanto a la memoria histórica recuperada, o reinventada, me quedo con las palabras de Pepín Bello, último representante vivo de la generación del 27. A sus 102 años, decía el otro día: “Estoy muy preocupado por esa vuelta hacia atrás que, además, falsifica la realidad. ¡Si ni siquiera mi amigo Federico García Lorca era de izquierdas, sino un liberal!”

O sea, que mientras a los ciudadanos nos preocupan unas cosas, los políticos, con esa facilidad que tienen para crear problemas en vez de resolverlos, se dedican a otras.