El espíritu de la Navidad

Hoy habría que escribir sobre el espíritu de la Navidad, sobre los fantasmas del pasado, del presente y del futuro que, imitando a Dickens, seguro que se les han aparecido la noche pasada a más de un ministro/a, a pesar del ímprobo trabajo que realizan sus asesores. Sin embargo, la noticia podría estar en el rumor sobre la primera crisis del presidente Rodríguez Zapatero. Se ha insistido en que se puede producir esta semana, una vez sosegados los ánimos tras los desaciertos que han originado las declaraciones de Cristina Narbona  (eliminar la fiesta de los toros), Magdalena Álvarez (Air Madrid) y Elena Salgado (medidas contra el anisakis, contra el vino, contra los videojuegos y contra una porción más de temas...). Las tres ministras, junto con Juan Fernando López Aguilar, que tiene que abandonar la cartera de Justicia para trasladarse a Canarias como candidato autonómico del PSOE, podrían abandonar el Gobierno.

Repuestos hay, aunque no demasiados. El que más papeletas tiene para sustituir a Elena Salgado en el Ministerio de Sanidad y Consumo es el actual consejero de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía, Francisco Vallejo, buen conocedor del sector sanitario y también de los transportes, por haber asumido estas responsabilidades en esa Comunidad autónoma en legislaturas anteriores. Pero, en fín, dejemos las especulaciones y vayamos a un tema que tendrán que resolver sin dilación y al alimón, el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, y la/el titular de Sanidad: la situación por la que atraviesan los enfermeras y enfermeros que trabajan en los hospitales militares. Estos profesionales sanitarios –como ha denunciado el Sindicato de Enfermería (SATSE)- están abandonados por parte de la Administración y de algunas organizaciones sindicales mayoritarias en la Administración General del Estado.

El razonamiento no puede ser más realista: la sanidad es la misma para todos –dice el Sindicato de Enfermería- y cuando un profesional sanitario atiende a un paciente en un hospital de Defensa lo hace sin pensar previamente si se trata de una persona civil o militar, por lo que es razonable que dispongan de las mismas condiciones laborales y se igualen las retribuciones de este colectivo al de sus homólogos estatutarios. La misma situación la están padeciendo los médicos civiles que trabajan en hospitales militares. La CESM (Confederación Estatal de Sindicatos Médicos) ha denunciado la situación de estos profesionales, por el agravio comparativo que supone el hecho de cobrar unos dieciséis mil euros menos al año que sus colegas militares, como sucede en el hospital Gómez Ulla, en Madrid. Carlos Amaya, secretario general de este sindicato, ya advirtió antes del verano que la situación no puede seguir así.